No suele ser habitual que en una misma presentación se hable de dos obras de naturalezas bien diferentes, pero todo es posible cuando se tiene el nexo de unión del gran Salvador Larroca. El pasado sábado día 28 de marzo, con la librería madrileña Akira Comics como escenario, Larroca presentó, efectivamente, dos de sus últimos trabajos. Por un lado, el libro de Elena Merino En la piel del asesino, publicado por Glyphos, en el que se encarga de realizar las ilustraciones de la treintena de asesinos cuyas confesiones imaginarias recopila la autora. Por otro, Darth Vader, una de las primeras series de cómics que Marvel ha lanzado después de recuperar los derechos de Star Wars, de cuyo dibujo se encarga con guiones de Kieron Gillen y que en breve llegará a España de la mano de Planeta Cómic. Y como todo es posible con Larroca de por medio, el ilustrador español, respondiendo a un reto lanzado en Facebook, hizo la presentación nada menos que disfrazado de Vader, acompañado por un Scout Trooper imperial, un piloto de la Alianza y hasta una princesa Leia. Muchos de los presentes aprovecharon este momento fan para hacerse fotos, aunque dos niñas pequeñas se vieron intimidadas por la imponente presencia de Vader y salieron huyendo literalmente. Larroca se lo pasó como un enano poniendo una voz grave que hacía justicia al personaje antes de quitarse el casco y comenzar esta presentación doble.
Primero se habló de En la piel del asesino. Merino explicó que el germen del libro está en el programa que realiza, Elena en el país de los horrores, en el que se centra «en lo que yo creo que da más miedo de todo, que son los seres humanos malos, malos y perversos». En él se intentan mostrar «cuáles serían las motivaciones de estos personajes para hacer lo que hacían», incluyendo una dramatización radiofónica. «Todo ese trabajo está ahí y nos parecía una pena que se quedase simplemente en los audios», explicó, y así nació el libro. En el camino de Merino se cruzó Larroca de una forma peculiar. Ella tenía que dar una charla pero «estaba muy malita, no estaba muy claro que pudiera darla», dijo Larroca, por lo que «una amiga común que estaba encargada de la organización me dijo si yo podía ocupar su lugar». «Qué les cuento yo, la vida secreta de Galactus, cómo es su vida familiar, por qué la tía May aguanta ochenta ataques al corazón y sigue viva todavía», dijo, despertando las risas de los presentes. Merino pudo dar la charla, pero su indisposición sirvió para que le presentaran a Larroca. «Lo conocí porque había escuchado el programa de La Escóbula en el que él cuenta todas sus historias y me había parecido un programa divertidísimo. Tengo un espíritu friki de siempre, que defiendo a capa y espada, pero no soy consumidora de cómics, por ejemplo», añadió ella. «Y me diste ganas de hojearlos», apostilló.
Como él vive en Valencia y ella en Alicante, los viajes a Madrid los han compartido varias veces («a veces grabamos podcasts en el coche», dije Larroca), y en esos viajes el ilustrador ofreció un dibujo para En la mente del asesino. «De un dibujo que iba a tener el libro de Salvador Larroca, que ya me parecía un lujo extraordinario, el caso es que tiene más de 70 ilustraciones de este pedazo de artista», afirmó Merino, convencida de «Salva tiene una cosa muy buena, y es que no hace nada a medias. Si va, va con todo, va al mil por mil». «Al principio yo quería que fueran como bocetos, quería hacer cosas muy rápidas, muy sueltas, pero cuando ya llevaba treinta hechas empecé a verles los problemas técnicos de hacer las cosas muy rápidas», explicó Larroca, que, así, decidió rehacerlas «para que quedaran con un poco más de empaque para el libro, pero aún así es un trabajo rápido hecho adrede con la intención de que fuera un trabajo rápido». «Quería que tuvieran una cierta composición, que fueran impactantes y que no fueran excesivamente cruentas, porque la verdad es que el material que Elena me pasaba era bastante terrorífico e impublicable», sentenció. El propio ilustrador sugirió, además de hacer una lámina por cada uno de los 31 asesinos que cuyas vidas se recorre en el libro, que aparecieran sus retratos de perfil y de frente, como aparecen en las fichas policiales.
Merino explicó del trabajo de Larroca que «lo impresionante es que no hace falta que leáis el texto, ves la lámina y ya sabéis lo que ocurre». «Es que mi trabajo consiste en sintetizar. Yo soy un sintetizador y un reinterpretador de imágenes. Yo leo un texto y lo que tengo que hacer es condensar en una imagen todo lo que dé lugar a hacer clara la visión de lo que allí sucedió. Tenía que tener claro cómo había sido el entorno donde sucedía, por eso te pedía tantas fotos, saber cómo era el tipo, saber cómo actuaba, saber lo que hacía y saber cómo eran las víctimas», explicó Larroca. Merino destacó que una de las partes más agradecidas de su trabajo es con los actores, para quienes escribe el guión después ser «la primera que hace el ejercicio de meterse en la piel del asesino», porque ella les manda «algo absolutamente plano y me vuelve en tres dimensiones». «Y esa misma sensación la tenía con Salvador, la misma», sentenció. Larroca aseguró que «pretendía que se parecieran» los dibujos a las fotografías reales. «No intenté que fueran más malos de lo que ya eran. Eso solamente lo hice con Elena», dijo entre risas suyas y de los presentes. Y una curiosidad. El trailer del libro lo hace Ángel Unzueta, y en él le vuela la cabeza a la ilustración de Larroca. Merino entrevió alguna rencilla personal pero Larroca lo redujo con sorna a la confianza que hay entre ambos.
Así cambió el tercio y llegó el turno de Darth Vader. Larroca pidió no hacer fotos de las ilustraciones que fue mostando porque de lo contrario «tendría que mataros a todos». «Vamos a contar lo que sucede entre A New Hope, la primera película original de La guerra de las galaxias, y El Imperio contraataca. Lo gracioso es que contamos las aventuras de Vader desde el lado de los buenos. En mi colección, Vader no es el villano, a los rebeldes se les ve como a terroristas», explicó, antes de apuntar que «Vader es el bueno pero se los cruje a todos, no te creas que el tipo se lo piensa dos veces». Se consideró afortunado por haber recibido este encargo y no otra de las nuevas series de Star Wars en Marvel, «porque a mí casi que me interesaba más la historia de los malos». «Es la primera vez que los derechos vuelven a Marvel después de muchos años y la verdad es que ha tenido un impacto importante en la gente», dijo, y en su caso personal recordó que «antes que dibujante he sido fan, y quieras que no es divertido ponerte a trastear con todos estos personajes». «Es como cuando tienes que dibujar a un pseudo algo, porque pseudo Vaders hay a patadas. Todos los personajes de videojuegos, cómics… que llevan armaduras y son así como jefes de algo son todos un poco versiones de Vader, como pasa con Iron Man, que otras compañías han hecho versiones, entonces dibujar al verdad mola», añadió.
Trabajar en una franquicia como Star Wars implica un mayor control. «Cuando se lanzaron estas colecciones me encargaron veinte portadas de todos los personajes Marvel haciendo la cola como si fuera en el cine para ver el estreno de Star Wars, porque era el debut nuestro. Pero en ningún momento me dejaron poner iconografía. No podías mezclar superhéroes con Star Wars, tenían que estar todos en la cola del cine pero no podía poner qué película iban a ver, ni gente disfrazada, ni globitos con la cara de C-3PO, todo eso me lo fundieron. Somos estancos, pero las decisiones las toma el dueño. Es como si Pixar hace una película de Spiderman. Sí, la podría hacer porque se negocian contratos con Marvel pese a ser la misma compañía, pero todo lo que ellos hicieran lo tendría que aprobar Marvel. Y todo eso ralentiza el trabajo eternamente. Yo cuando hago páginas de superhéroes, la ve mi editor y al colorista y al siguiente escalón, pero cuando haces páginas de Star Wars las ve tu editor, el editor en jefe, el editor de Lucas, el editor del tal… Hay una cadena de gente en la que siempre hay algún tema. Y a mí me dan lata con los dibujitos, pero sé que al guionista le vuelven loco completamente. El tío me presenta a mí un planning de lo que quiere desarrollar y cuando luego lo ves lo que llega hay ajustes de todos los colores. Supongo que es lo que hay cuando trabajas con personajes tan de primera línea», afirmó.
A Larroca le encanta introducir detalles personales en el dibujo, y aunque el control es férreo también lo ha conseguido. «Por aquí está España en los hologramas», dijo. Y él mismo se ha convertido en un personaje de la historia («me hice un selfie», proclamó, provocando más risas entre los asistentes), que saldrá más de lo que él mismo esperaba cuando decidió hacer el chiste. «Yo pensaba que iba a salir en dos viñetas y resulta que voy a salir como en cuatro números. Eso es lo que tiene de malo no saber los planes a largo plazos, porque a veces pones una cosa que crees que va a ser para una viñeta y luego te lo encuentras hasta en la sopa, con que como te lo hayas quitado un poco de encima así sobre la marcha…», afirmó. Por contra, tuvo que rehacer cinco páginas en las que la protagonista femenina, una arqueóloga, viste un sombrero muy parecido al de Indiana Jones, broma que estaba ya en el guión. Los controles hasta el extremo obligan a más cosas. «Se supone que son 18 número al año, yo tendría que hacer uno cada tres semanas, pero ellos tardan como seis en aprobar un guión, solamente en aprobarlo. Tenemos que estar haciendo siempre un poco malabares», explicó. Para ganar tiempo, Photoshop. Pero eso no lo arregla todo, claro. «Cuando la gente me pregunta si esto lo hago con Photoshop se creen que el Photoshop dibuja solo. El Photoshop viene muy bien a la hora de clonar robotitos y esas cosas», dijo. Y concluyó: «el cómic americano es muy de equipo. Son tantas páginas que no da abasto una sola persona para acaparar todas las actividades que requiere».