Guión: Jean-Luc Istin.
Dibujo: Kyko Duarte.
Páginas: 112.
Precio: 18 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Diciembre 2014.
Viendo el planteamiento y el desarrollo de este primer volumen de World War Wolves, titulado Dios tiene gracia, hay un referente claro: el mundo zombie, sea con Guerra Mundial Z o con Los muertos vivientes (aquí, reseña de su primer volumen). Es más fácil pensar en el mundo postapocalíptico que plantean las novelas de Max Brooks que el del cómic de Robert Kirkman, eso sí. Jean-Luc Istin, cambia zombis por licántropos y apuesta por mostrar la lucha por la superviviencia en un asentamiento fortificado mucho más poblado. Istin haceque la presencia de los lobos es bastante menor de lo que podría hacer pensar el título. Están, impactan y sobre todo son la base de las intrigas que se tejen en las páginas del libro, pero más que ellos lo que importa es el escenario bélico que describe y cómo afecta a los diferentes protagonistas que encuentra. Ahí es donde Istin se separa del todo de Kirkman, porque su mirada es más ambiciosa en cuanto al escenario. No es la lucha interna o íntima de pocas personas, sino una situación más global vista a través de unos pocos individuos. Y Kyko Duarte, que también usa el blanco y negro como Charlie Adlard en Los muertos vivientes, completa con mucho acierto el cuadro, contribuyendo a que las sensaciones de todo tipo desborden la página.
El escenario que maneja Istin es espléndido porque no se pierde en explicaciones superfluas. Pasa del impacto inicial a mostrar directamente en que se ha convertido el mundo tras la epidemia de licantropía que ha desembocado en una guerra total entre lobos y humanos. En realidad, la concepción de la historia, al menos en su prólogo, en su introducción y en la forma en la que accedemos a los primeros protagonistas, es bastante audiovisual, sólo que la música la pone cada lector. Istin sigue esencialmente a una familia (una pareja con dos hijos y la mujer embarazada del tercero), a un hombre ciego capaz de discernir si alguien está mintiendo, todos ellos en una fortaleza humana, y un prisionero de los lobos que goza de ciertos privilegios. Cada personaje está meticulosamente construido por parte del escritor, que acierta a la hora de poner el foco en ellos, en sus dramas personales, en la situación de nervios en la que viven por la guerra, en lo que eso provoca en los que están a su alrededor. Podría pensarse que esa familia es el centro emocional de la historia y la que concentra los momentos más difíciles de asimilar, pero en realidad el escenario afecta igual a todos los demás personajes. Hay pocos momentos de acción desbocada, pero estos son brillantes. Pinceladas todavía de un salvajismo que todavía puede progresar, pero ya sólo el prólogo basta para satisfacer esas ansias que tenga el lector por ver más de los lobos.
Y ahí es donde Kyko Duarte tiene las opciones de volcarse en la espectacularidad. Lo hace con brillantez, y de nuevo hay que volver al prólogo para explicarlo con precisión, porque ya desde esa escena se sientan las bases de la historia, también a nivel visual. Más que en la violencia, que se ve de forma muy concreta pero sin límite alguno, Duarte se vuelca en la expresividad de sus personajes. Por eso destaca con tanta facilidad como el personaje más atractivo de la serie Loreen, la mujer embarazada, y su relación tanto con su marido como con su hija, dos brutales focos de conflictos emocionales que el ilustrador muestra a la perfección incluso sin necesidad de leer los diálogos. Y viendo la splash page final de este primer volumen, se puede entender con facilidad que el trabajo de Duarte no está en lo más obvio, en lo espectacular y violento, sino en lo sugerente y en lo emocional. World War Wolves tiene un punto de partida atractivo, quizá no excesivamente original por las referencias ya mencionadas, pero que Istin hace funcionar con bastante habilidad para que tenga una personalidad propia. A partir de ahí, incluso aunque quede una cierta sensación de que hay un clímax algo apresurado y que además queda inconcluso en esta entrega, la lectura es muy atractiva, está llena de personajes interesantes y plantea grandes posibilidades para continuar con el relato.
Soleil publicó originalmente World War Wolves: Dieu a de l’humour en junio de 2014. El contenido extra del volumen lo forma una galería de ilustraciones de Ronan Toulhoat, Pierre-Denis Goux, Sébastien Grenier, Alain Brion, Johann Blais y Antonio Vázquez.