Guión: Brian K. Vaughan.
Dibujo: Tony Harris.
Páginas: 128.
Precio: 12,50 euros.
Presentación: Rústica.
Publicación: Noviembre 2014.
Nadie podrá negarle nunca a Brian K. Vaughan su osadía, y el segundo volumen de Ex Machina es una buena muestra de ello. Si la mezcla entre los superhéroes y la política ya es un fondo más que controvertido, introducir elementos como el matrimonio homosexual o la orientación sexual de un dirigente roza la osadía insensata. Pero como Vaughan es un tipo inteligente, consigue que la mezcla funcione. E incluso logra algo complicado: durante las primeras páginas de este segundo arco argumental de la serie da la sensación de que no va a ser tan bueno como el primero (aquí, su reseña), pero acaba dando la vuelta a esas valoraciones con movimientos arriesgados, personajes interesantes y un desarrollo fascinante del escenario que plantea. Puede que no sea mejor que el arranque de la serie, pero desde luego acaba siendo una progresión natural en todo, en la psicología de los personajes, en sus relaciones, en los temas a tratar que amplíen el espectro argumental de Ex Machina y en la narrativa que emplea, con los flashbacks que tan bien le funcionan y de los que tanto partido sabe sacar Tony Harris con su dibujo. Casi un año ya de serie en Estados Unidos con los números que comprende este segundo volumen, y el vigor de la idea que plantea Vaughan mantiene todo su interés. Y una década después de su publicación, una vigencia fascinante en muchos sentidos.
La base de Ex Machina, mucho más que en su valiente puesta en escena, está en sus diálogos. Más que nunca, y sobre todo en la parte política por encima de la superheroica (aunque aquí se puede decir que es postsuperheroica, porque sus días como la Gran Máquina han acabado y lo que se cuenta en la relación posterior que mantiene con un agente gubernamental), lo que importa son las conversaciones, los diferentes puntos de vista, los choques de personalidad y de opinión. Es la base de la historia porque Mitchell Hundred es un tipo sin adscripciones políticas claras, que responde a ideales que chocan una y otra vez con la realidad que le presentan sus asesores. Ese conflicto es, en muchos sentidos, mucho más atractivo que el derivado del entorno fantástico, aunque Vaughan consigue con brillantez que los dos queden integrados en la misma historia. Y por eso Ex Machina cumple con otra de las características esenciales para entender al autor de series como Saga (aquí, reseña de su primer número) o Y, el último hombre (aquí, reseña de su primer número), que es la espléndida caracterización de los secundarios, los recurrentes y los episódicos. Muchas veces da la impresión de que la serie avanza gracias a ellos mucho más que a su protagonista, y eso es algo muy difícil de conseguir, sobre todo cuando hay un rasgo tan marcadamente diferenciador como la capacidad de hablar con las máquinas que tiene Hundred.
Si el guión e este segundo arco argumental es claramente propio de Vaughan, en el dibujo hay una sorpresa. Tony Harris había comenzado la serie mostrándose mucho más espectacular en el retrato normal y realista de los personajes que en los aspectos más fantásticos del mundo de Ex Machina, aún incluso admirando la forma en la que el ilustrador refleja en cada página los poderes de Hundred. Pues bien, en este segundo número mantiene esas constantes pero destaca de una forma espectacular en el final de esta segunda historia, la brutal y contundente secuencia que resuelve la trama primero desde un flashback extraordinario (que construye desde una maravillosa y sutil composición de la página y de la línea que bordea cada viñeta) y después en la explosión espectacular que requiere una historia de género, más cuando hay un villano de identidad desconocida. Lo cotidiano, lo humano y lo realista sigue siendo la base esencial de Ex Machina, pero tras pasar por esa secuencia es difícil no ver la enorme habilidad que tiene Harris para hacer que todo funcione. Vaughan suele disfrutar de excelentes dibujantes que no sólo aportan oficio o espectacularidad, sino que dan a la serie un estilo propio y reconocible. Harris es, desde luego, uno de los ilustradores que encaja en esa definición, lo que hace aún más disfrutable el segundo número de este título.
El volumen incluye los números 5 a 10 de Ex Machina, publicados originalmente por DC a través de su sello para adultos, Vertigo, entre enero y junio de 2005. El único contenido extra son las portadas originales de Tony Harris.