Título original: Superman Returns.
Director: Bryan Singer.
Reparto: Brandon Routh, Kate Bosworth, Kevin Spacey, James Marsden, Parker Posey, Tristan Lake Leabu, Frank Langella, Sam Huntington, Eva Marie Saint.
Guión: Michael Dougherty y Dan Harris.
Música: John Ottman.
Duración: 148 minutos.
Distribuidora: Warner Bros.
Estreno: 28 de junio de 2006 (Estados Unidos), 12 de julio de 2006 (España).
Pocas películas de superhéroes son más difíciles de evaluar que Superman Returns. Es evidente que no es una película perfecta o la encarnación definitiva del personaje, pero tiene muchos méritos que no fueron apreciados en su momento y que casi diez años después todavía no se han tenido en consideración. Es verdad que le falta ritmo y espectáculo, pero supuso un sincero homenaje al Superman de Richard Donner y Christopher Reeve, del que quiso y consiguió ser una atrevida y notable continuación. Y hay que reconocer que a buena parte del reparto, empezando por el entonces desconocido Brandon Routh como Superman y Kate Bosworth como Lois Lane, le pesó la responsabilidad de estar a la altura de la leyenda cinematográfica del Hombre de Acero, pero se ha minimizado el impacto que tienen escenas y conceptos explorados en la película, como el impacto social que podría tener la muerte del héroe. Bryan Singer, que se lanzó de cabeza a este proyecto renunciando a última hora a dirigir la tercera entrega de X-Men que él mismo había preparado en la preproducción, quizá cometió un error: hizo la película que nadie esperaba y en el momento menos oportuno. Cuando muchos esperaban un superespectáculo, él apostó por la visión más íntima de Superman, por una historia de amor imposible y por la explicación de un héroe sin tacha cuando el público había abrazado ya la faceta más oscura del superhéroe.
Empezando por los errores, el más evidente está en el ritmo. Singer reconoció años después que quizá tendría que haber empezado la película con la secuencia del rescate del avión, una que finaliza cuando ya han pasado 40 minutos. No le falta razón. Antes abordó cuestiones que no eran necesarias o que podría haber solventado con un mínimo prólogo, porque todo el mundo conoce a Superman. Sabiendo que su intención era continuar la historia donde la dejó Superman II, no necesitaba demasiado para enlazar con esta historia. Superman Returns acaba siendo un filme excesivamente expositivo, que dilapida la ocasión de mostrar al héroe como nunca antes se le había visto. Se le ve, recogiendo con elegancia el extraordinario eslogan del Superman de 1978 («creerás que un hombre puede volar»), pero se le desaprovecha. No es sólo que falten escenas de acción, que apenas son dos en una película de dos horas y media, sino que se echa en falta un clímax mucho más atractivo y grandioso. Habrá quien considere un error la apuesta de Singer por rendir homenaje y continuación al Superman de Donner, el propio director se ha arrepentido de optar por ese camino, pero eso es en realidad un paso de gran valentía. Parece que Hollywood, a la hora de adaptar cómics, sólo sabe optar por las historias de origen, y es todo un soplo de aire fresco que alguien apueste por algo diferente. Eso, por tanto, es el principal acierto de Singer.
La pega es que el público no estaba preparado para algo así, pero eso no minimiza sus aciertos. Para empezar, Superman Returns es la primera película que aborda la dimensión del héroe como icono público (incluso analizando el temor por su muerte), haciendo que gire en torno a los artículos de Lois (Por qué el mundo no necesita a Superman) y los sentimientos entre la periodista y Superman. Nadie ha retratado en el cine a un Hombre de Acero tan melancólico como el de Singer, y es algo que tendría que formar parte de la personalidad de un hombre que es el último superviviente de su planeta. Singer, consciente de que el mayor valor de su película es el cariño hacia el Superman original, recupera el gran tema musical de John Williams, la voz de Marlon Brando como Jor-El, el estilo de los créditos de la película de Donner e incluso la iconocidad de la imagen de la portada del primer número del cómic, el de 1938. Pero también se le va la mano a la hora de recoger lo que no era tan maravilloso en aquel filme original, es decir, el toque de comedia que rodea a Lex Luthor y sus secuaces (cuando la propia película demuestra que los momentos más oscuros y no los histriónicos son los que más justicia hacen al personaje y al trabajo de Kevin Spacey) o la escasa trascendencia real que tiene la trama, que acaba siendo, como en el primer Superman y aún con millones de vidas en juego, una disputa de carácter urbanístico.
Singer también optó por un desconocido para dar vida a Superman y a Brandon Routh le vino algo grande la tarea. No le ayuda el mismo diseño de la producción, porque el traje del héroe no es un acierto (a excepción de su capa, que nunca había lucido mejor) ni tampoco el peinado. En todo caso, decir que le vino grande no supone destrozar su trabajo. Simplemente es que la leyenda de Christopher Reeve era demasiado apabullante como para optar por el mismo camino interpretativo. A Spacey le pasa lo mismo que a Gene Hackman, memorable en su villanía y exagerado en su comicidad. La solidez en el reparto viene dada por Frank Langella como Perry White o incluso por Sam Huntington como Jimmy Olsen, añadidos a los méritos de la película, que se extienden por diferentes ámbitos. Superman Returns no sólo consigue que los poderes de Superman brillen como nunca (y el momento estrella es el instante en el que se eleva por encima de las nubes para recargarse con la energía del sol), sino que explora caminos inexplorados, como la presencia del hijo de Lois. Los mitos avanzan con el arrojo de sus creadores. Y Singer, aún equivocado en algunas decisiones, apostó por esa mirada valiente que se le debía exigir. Le faltó el espectáculo y algo de personalidad propia, eso es indudable, pero Superman Returns es una película a reivindicar dentro de la mitología del Hombre de Acero.