Cine – ‘Los Caballeros del Zodiaco. La leyenda del Santuario’, de Keiichi Sato

Título original: Seinto Seiya Rejendo Obu Sankuchuari.

Director: Keiichi Sato.

Reparto: Kaito Ishikawa, Ayaka Sasaki, Kensho Ono, Kenji Akabane, Nobuhiko Okamoto, Kenji Nojima, Koichi Yamadera.

Guión: Tomohiro Suzuki.

Música: Yoshihiro Ike.

Duración: 93 minutos.

Distribuidora: Alfa Pictures.

Estreno: 21 de junio de 2014 (Japón), 21 de septiembre de 2014 (Estados Unidos), 6 de marzo de 2015 (España).

Era cuestión de tiempo que la animación por ordenador llegara al mundo de Saint Seiya. Eso se ha producido en la sexta película de la franquicia, Los Caballeros del Zodiaco. La leyenda del Santuario, que es la primera que sí ha llegado a España en pantalla grande. El salto del anime más tradicional al CGI no le ha sentado nada mal a la saga, y es de hecho uno de los grandes atractivos del filme, comprobar cómo lucen las armaduras de Pegaso, Cisne, Dragón, Andrómeda, Fénix y los Caballeros de Oro en esta actualización de los mitos creados a mediados de los años 80 por Masami Kurumada. El filme es una especie de compresión de la historia original, la más conocida de estos personajes, la que les lleva al Santuario para atravesar las doce casas y salvar la vida de Saori, la reencarnación de Atenea. Es fácilmente entendible que los responsables de la película hayan decidido recurrir a este terreno ya conocido a la hora de afrontar cambios visuales tan radicales, pero también es verdad que es tanto el material que han de condensar que la película acaba perdiendo fuerza por la falta de información y por el escaso desarrollo de los personajes. La acción manda y hay mucha que ofrecer, también en combates mucho más reducidos de lo que lo fueron en la sobradamente conocida serie de dibujos animados, probablemente el referente para muchos de los espectadores que vean este filme.

En lo ya mencionado es donde se encuentran los puntos fuertes de la película. Por un lado, en la animación por ordenador. Las armaduras de los caballeros, el remozado Santuario y los combates lucen con este aspecto visual probablemente como no lo habían hecho antes, incluso aunque haya una cierta apuesta por el caos, por el movimiento exagerado y a veces incluso algo complicado de seguir. Pero eso, al mismo tiempo, potencia el poder de los Caballeros y dota a los combates de la necesaria espectacularidad y a la historia de una épica que acaba siendo imprescindible en esta alargada secuencia de acción que es en realidad la película. Por otro lado, los detalles ya conocidos, los que formaban parte del manga y del anime televisivo que acaba por popularizar la franquicia en todo el mundo son los que sustentan la historia. Hay pequeños cambios, pero lo que se cuenta en el filme es lo que ya conocen todos los aficionados de la serie. Es, en ese sentido, una actualización en toda regla. Y contiene algunos momentos que inevitablemente despertarán la nostalgia de esos seguidores, desde los famosos gritos de guerra de los caballeros de bronce a momentos míticos de sus enfrentamientos con sus homólogos de oro, como la resolución del combate entre Pegaso y Tauro o entre Cisne y Acuario.

Pero la película tiene dos problemas. El esencial, su ambición. Tratar de condensar en apenas 93 minutos una narración tan extensas, y que además ya se ha visto tanto en las páginas del manga como en los episodios del anime con una duración mucho mayor, exige dejar fuera demasiadas cosas, demasiados elementos argumentales, descripciones y motivaciones de los personajes e incluso muchos hallazgos visuales de los combates, auténtica razón de ser de la franquicia. No merma el entretenimiento, pero sí que lo deja bastante más vacío de contenido de lo que debería. Y quizá, por eso mismo, el foco se pone en pequeños detalles que podrían haber pasado más desapercibidos, como los cambios en las armaduras (funciona francamente bien el añadido de los cascos cerrados, más discutible parecen las luminosidades que presentan). El segundo, la comedia que contiene. Con tan poco tiempo, sorprende que se hayan dejado de lado cuestiones argumentales más trascendentes para los conocedores de los personajes y no chistes que tampoco conducen a ningún lado, y que comprenden secuencias tan absurdas como la forma en la que Seiya y Saori entran en la casa de Tauro o, sin duda la peor secuencia de la película, el número musical con el que el filme destroza por completo al personaje del Caballero de Cáncer, en su origen uno de los más temibles y aquí sencillamente ridículo.

Ni los aciertos hacen de Los Caballeros del Zodiaco. La leyenda de Santuario la versión definitiva de esta historia ni sus defectos hacen que sea una versión olvidable. Habría que situarla en un punto medio, que le permite convertirse en un buen entretenimiento anime, con algunas evoluciones notables de los conceptos originales y otros elementos que serán de difícil aceptación entre la base de aficionados que tiene la franquicia desde su nacimiento hace ya tres décadas. El resultado tendría que ser suficiente para convencer a la mayoría y, como toda revisión o actualización de una serie con tan larga trayectoria, para incorporar nuevos aficionados. Sí que da cierta pena que no se haya cuidado mucho más el guión, porque de los cinco caballeros protagonistas sólo Seiya tiene una personalidad mínimamente definida, no demasiado, lo que resta fuerza al conjunto. Shiryu, Hyoga, Shun e Ikki son simples acompañantes, nada se sabe de su historia más allá del detalle de que todos son huérfanos, y de esa manera sus sacrificios para proteger la vida de Saori resultan algo impostados. Al menos el villano, el Patriarca, funciona bastante bien, aunque sea difícil de entender su ansia destructiva final, otro de los detalles de la película que hay que asumir simplemente por potenciar su espectacularidad. En todo caso y sin alardes, cumple.