Guión: Alan Moore y CatYronwode.
Dibujo: Alan Davis, John Ridgway, Chuck Austen y Rick Veitch.
Páginas: 224.
Precio: 17,95 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Febrero 2015.
Si hay algo que todavía sigue fascinando en Miracleman (¡como si fuera posible quedarse sólo con una cosa!), es su atrevimiento. Si ya es difícil encontrar una escena de un parto tan gráficamente mostrado como lo es en estas páginas, que además forme parte de un cómic de superhéroes es algo que le da un valor extremo, mucho más teniendo en cuenta que su publicación original es de hace treinta años. Puede parecer un detalle menor a la hora de evaluar una obra, y más en una tanta enjundia como este Miracleman de Alan Moore (hay que recordad que él es el «escritor original» que aparece acreditado en el volumen por voluntad del propio Moore, que resuelve con esta omisión de su nombre sus trifulcas editoriales) y Alan Davis, pero es al mismo tiempo una cuestión perfecta para ilustrar la ausencia de límites en el planteamiento de la serie y en su desarrollo. Lo que Moore se propuso, y lo que efectivamente consiguió, es dotar al superhéroe de una nueva dimensión. Eran los rompedores años 80 e historias como esta estaban revolucionando por completo el género y la industria. Aún hoy, a pesar de que haya transcurrido tanto tiempo, siguen impresionando, y eso evidencia el carácter extraordinario de las historias que incluye este segundo volumen, el que está destinado a dar más explicaciones al lector después de haberle fascinado con lo que se vio en el primero (aquí, su reseña).
Miracleman es uno de esos tebeos en que los elogios se acumulan uno tras otro hasta tal punto que el elogio puede parecer desmedido. ¿Es para tanto? Sí, lo es. Puede que quede algo oculto dentro de la larga trayectoria de Moore y con el carácter rompedor de Watchmen (aquí, su reseña) como punto álgido del genio creador del británico, pero el mérito de esta obra es gigantesco. Hay logros narrativos tan magníficos como la metáfora de su primera historia, Jugando al gato y al ratón, la creación de una némesis tan brutal como el doctor Emil Gargunza cuya historia de origen es sencillamente antológica, una sensacional traslación lógica a un enfoque más realista de cuestiones que en el cómic de superhéroes no eran más que clichés consecuencia del éxito («siempre se experimenta primero con animales, ¿no?») y da una profundidad bestial a cuestiones aparentemente sencillas como la doble identidad del protagonista o su paternidad, añadiendo elementos de enorme interés al análisis de la figura del superhéroe que en realidad es Miracleman. Y todo mostrando historias violentas, atractivas, entretenidas y con un ritmo espectacular, lo que hace aún más compleja la labor de psicológica y narrativa que subyace en cada una de las historias de Miracleman, cada una de ellas desarrolla apenas en seis páginas aunque dando una clara continuidad entre ellas.
Incluso en pleno desarrollo como estaba aquí, Alan Davis es un dibujante espléndido que responde admirablemente bien a los retos narraticos que le plantea Moore. Su Miracleman es espléndido, porque sabe darle el tono adecuado a la mezcla entre superpoderes y fantasía con el realismo que hay en sus personajes (como su encuentro con un niño que no le conoce), y los diseños de poderes, escenarios y criaturas son muy atractivos. No obstante, los momentos cumbres de este número no los dibuja Davis. Chuck Austen se ocupa de la violenta resolución del enfrentamiento entre Gargunza y Miracleman, con una fantástica puesta en escena pero con algún toque anatómico que no termina de convencer, y Rick Veitch se ocupa de las páginas finales, las que incluyen la escena del parto y alguna que otra secuencia excepcionalmente narrada (como la que se hace desde el punto de vista de la niña en su cuna). Puede que en conjunto el dibujo denote algo de más la época en la que estos cómics fueron realizadas, desde luego con mucha más claridad que un guión sobresaliente y arrojado, pero se pueden apreciar méritos en todos los dibujantes que participan en la hora. Miracleman, en ese sentido, no es sólo Alan Moore, aunque sea más fácil (y, hay que reconocerlo, más justo), centrarse en él para alabar esta fabulosa serie.
El volumen incluye los números 5 a 10 de Miracleman, publicados originalmente por Marvel entre julio y noviembre de 2014. El contenido extra lo forman casi un centenar de páginas abocetadas y entintadas, ilustraciones y portadas de las ediciones originales y de la actual de Mick Austin, Chuck Austen, John Totleben, Alan Davis, , Jimmy Cheung, Alex Ross, Humberto Ramos, Kevin Nowlan, Mike Del Mundo, Julian Totina Tedesco, Ronnie del Carmen, Alex Maleev, John Romita Jr., Dale Keown, Dave Gibbons, Adam Kubert, Rick Veitch, David Marquez, Adi Granov, Paul Renaud, Mico Suayan y Joe Quinones.
Hola. Marvelman es uno de los héroes más interesantes que he leído. Apenas voy por el número 6, pero hasta ahora no me ha decepcionado.
Creo que, Marvelman supera con creces a Watchmen, como comic de superheroes (en el campo político o narrativo tal vez no tanto), sobretodo por su reinterpretación del superhombre.
¿Marvelman no debería recuperar su nombre original ya que ahora es propiedad de Marvel?
Gran debate sería ese, el de comparar los logros de Watchmen y el de Miracleman al campo de los superhéroes… Los temas de derechos son tan, tan, tan complicados con esta serie que es difícil pensar en qué se puede y qué no se puede hacer…