Título original: G. I. Joe: The Movie.
Director: Don Jurwich.
Reparto: Don Johnson, Michael Bell, Chris Latta, Burgess Meredith, Richard Gautier, Sgt. Slaughter, Bill Ratner, Arthur Burghardt, Morgan Lofting, Ed Gilbert, Bill Ratner.
Guión: Ron Friedman.
Música: Robert J. Walsh y Jon Douglas.
Duración: 93 minutos.
Distribuidora: Hasbro Studios.
Estreno: 20 de abril de 1987 (Estados Unidos, vídeo).
La historia de G. I. Joe en la ficción juvenil de los años 80 corre paralela a la de Transformers. Ambas franquicias nacieron en el mundo del juguete, dieron el salto al mismo tiempo a la animación televisiva y a los cómics (entonces publicados por Marvel) y debían llegar al mismo tiempo a las pantallas de cine. Transformers. La película (aquí, su crítica) llegó antes, fue un fracaso comercial y eso hizo que G. I. Joe. La película acabara directamente en el mercado de vídeo. Se nota, de hecho, que hay elementos que muestran un mayor desarrollo con respecto a la serie de dibujos animados de la que parte, como por ejemplo la cuidada animación, pero otros en los que es evidente que faltó dinero, como la reutilización de los recurrentes temas musicales del producto televisivo. No hay que olvidar que el objetivo de esta película, al margen de unos propósitos de entretenimiento que cumple con creces, es la presentación de nuevos personaje y, por tanto, de nuevos muñecos que vender. Por eso el filme tiene una nómina muy extensa de nuevos personajes y es casi una ruptura narrativa con respecto a la serie, virando hacia entornos más fantásticos y menos paramilitares.
La primera escena de la película es una extensión de los créditos de la serie, es una única batalla, cerrada, entre G. I. Joe y Cobra, con una animación espléndida para la época y su presupuesto. Y al mismo tiempo es un sensacional catálogo de personajes (¿o habría que decir figuras de acción?). Eso es G. I. Joe. Disfrutar de esos tres primeros minutos es estar inmerso en el mundo de estos soldados que, por exigencias de la época, jamás dispararon una bala, sino que sus armas eran de rayos láser como las de sus enemigos. La película sigue las líneas maestras de G. I. Joe. Una historia con múltiples protagonistas que narre el enésimo enfrentamiento entre el grupo militar estadounidense y Cobra, el grupo terrorista que lidera Serpentor por encima del Comandante Cobra. Lo que cambia es la pretensión de dar un nuevo origen a este personaje y a su organización buceando en el terreno de la fantasía, lo que permite a los creadores del filme la creación de una civilización basada en formas reptilianas pero que deriva hacia todo tipo de monstruos con aspecto de insecto. No hay demasiada coherencia en el desarrollo de esa parte visual del relato, pero es lo suficientemente espectacular como para convencer.
Por tentador que resulte, es mejor no evaluar el momento culminante de la película, uno cuyo sentido se acabó modificando mediante la voz en off precisamente por la reacción del público ante Transformers. La película. Ese instante es buena muestra de lo lejos que quería ir la película, mucho más allá de lo que se permitía la serie de televisión y por un camino paralelo al de la franquicia de los robots transformables, pero también de lo tirano que es el efecto de la taquilla sobre la creación, y más en una propiedad a explotar como esta. Lo que es obvio es que G. I. Joe quería ser un poco más adulto para su salto a los cines. Eso también se ve en una mayor aunque todavía ingenua complejidad de algunos personajes (que Duke y Falcon sean hermanastros, que se apunte con un breve plano que puede pasar desapercibido el popular pero nunca evidente flirteo entre Flint y Lady Jaye, o incluso el pasado del Comandante Cobra). Donde no hay una complicación mayor es en la historia. El guión es simple y efectivo. G. I. Joe desarrolla un artefacto capaz de producir energía casi ilimitada y Cobra lo quiere. Lo que complica la trama y la extienda hasta la hora y media es la presencia de Cobra-La, ese imperio desaparecido que busca resurgir.
Quizá el mayor problema de G. I. Joe. La película es que quiere ser ambiciosa pero al mismo tiempo ceñirse al corsé de la franquicia, y eso deja una sensación a veces algo extraña, como la de un querer y no poder que, no obstante, entretiene con mucha facilidad. Como los personajes de G. I. Joe nunca tuvieron demasiado contenido emocional en la serie y no eran más que el desarrollo visual y heroico (o villanesco) de unas figuras de acción arquetípicas y espectaculares, el filme no ahonda demasiado en otros personajes que no sean Duke y Falcon, protagonistas absolutos de la función. Lo demás encaja en lo de siempre: los buenos son muy buenos y los malos son muy malos. Ese es el juego que propone G. I. Joe. Esta versión es más completa que la serie de la que parte, en realidad fue el final de la misma porque tras la salida de la película hubo un parón de varios años hasta que se estrenó una nueva serie producida por otro estudio, con un estilo de animación ligeramente diferente y con una revisión de los protagonistas (ya en la película hay clásicos que se quedan sin apenas presencia, como Scarlett, Shipwreck, Gung-Ho o Lady Jane). Con todas sus imperfecciones, la cinta entretiene con bastante soltura y, sobre todo, a los fans de la saga.