Guión: Olivier Jouvray.
Dibujo: Jérôme Jouvray.
Páginas: 104.
Precio: 16 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Octubre 2014.
Hay que reconocer que colocar de protagonista de una historia a un pistolero cafre y malhumorado al que Dios concede la inmortalidad sólo para ver qué hace con ella es una premisa espectacular. Los Jouvray, Olivier al guión, Jérôme al dibujo y Anne-Claire al color, han ido creado en Lincoln una serie completamente desternillante a partir de esa idea. Desde el primer volumen hasta el último, son todos divertidos y originales, pero hay que admitir igualmente que Lincoln llega a su cúspide, al menos de momento, con su octavo álbum, el segundo de los que se incluye en este cuarto recopilatorio en español, El demonio de las trincheras. El primero, El loco de la montaña, es muy bueno, pero el segundo es sencillamente insuperable, porque lleva hasta las últimas consecuencias, y en más de una ocasión, el carácter de inmortal de su irascible y huraño protagonista. Ambas historias, además, hacen que el concepto madure. Lincoln traspasa ya escenarios y fronteras, abriendo unas posibilidades que, con el nivel que tienen sus historias, puede durar hasta el infinito, porque los Jouvray han sabido adaptar con un talento fantástico lo que parecía un western divertido a una historia mucho más ambiciosa, que ya ha llegado nada menos que a la Primera Guerra Mundial. Y no sólo manteniendo el altísimo nivel de diversión que ya tenía su primer libro (aquí, su reseña), sino incluso aumentándolo.
Una de las claves de la enorme diversión que proporciona Lincoln está en el incontable número de perrerías a las que le somete Olivier Jouvray en sus guiones. Sí, Lincoln es mala gente, es gruñón, egoísta, malhumorado y aprovechado, pero incluso teniendo en cuenta eso, todo lo que le sucede en esa particular contienda entre Dios y el Diablo en el que se ha visto envuelto es impresionante. El personaje está por derecho propio en la lista de los mayores gafes de la ficción, no hay muchos a los que le salgan peor las cosas que a él, da igual que intente muy de vez en cuando obrar bien o, por el contrario, quiera sacar partido de algo o de alguien. Y eso, obviamente, es divertido. Lo es cuando en El loco de la montaña ha encontrado un remanso de paz en una cabaña en la montaña, destilando alcohol que después vende, y de repente se encuentra con una oposición radical al consumo de licores varios. Y lo es mucho más cuando en El demonio de las trincheras se ve enrolado en el ejército para combatir en Francia en la Gran Guerra. No es nada fácil crear un personaje que funcione en tan diversos escenarios y que soporte tantos castigos sin agotar la fórmula. Pues bien, Jouvray ha dado con la fórmula con un Lincoln que funciona siendo adorable y padeciendo todo tipo de malos, como vaquero, como comerciante o como soldado. Y esa fórmula, gracias al final abierto de este volumen, no parece estar cerca de agotarse.
Una parte esencial de lo divertido que es Lincoln se le tiene que apuntar a Jérôme Jouvray. Es verdad que el guión marca el tono, lleva la historia de uno a otro escenario y compone la personalidad de su protagonista con sus diálogos y actitudes. Pero siendo ya este el cuarto libro en español y ocho los álbumes originales, es igualmente evidente que el dibujo de Jérôme es clave. Su caricatura es excepcional y, como en el caso del guión, llega a un punto culminante en El demonio de las trincheras. Toda la escena que acontece en el campo de batalla es la mejor muestra de lo extraordinariamente bien que entiende el slapstick ya inseparable de las aventuras de Lincoln. En esta entrega se constata nuevamente lo bien que perfila a los personajes, incluso con la forma más básica de expresar emociones y con una economía de líneas considerable a la hora de dibujar los rostros. Pero, aún así, todo encaja a la perfección, incluso dentro de unos escenarios muy trabajados. Conviene conocer la historia de Lincoln antes de abordar este volumen, pero el trabajo de los Jouvray es tan espléndido que en realidad no hace falta. Con conocer la premisa, todo lo demás viene rodado. Y es tan, tan divertido, que todo lo demás da igual. Aunque el listón estaba muy alto, éste es el libro más divertido de la serie y deja con unas ganas terribles de seguir con la historia.
El volumen incluye los álbumes séptimo y octavo de Lincoln, Le fou sur le montagne y Le démon des tranchées, publicados por Paquet respectivamente en agosto de 2012 y el mismo mes de 2013. El único contenido extra que presenta el libro es un portafolio de ilustraciones de Ricardo Machuca, Prims, Keramidas, José Luis Munuera y Benoit Chambonnet.