‘Predicador’ 3, de Garth Ennis y Steve Dillon

Editorial: ECC.

Guión: Garth Ennis.

Dibujo: Steve Dillon.

Páginas: 240.

Precio: 17,95 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Septiembre 2014.

El segundo volumen de Predicador (aquí, su reseña) dejó pendientes dos cosas. Por un lado, había que finalizar un ambicioso arco argumental en el que Jesse se enfrenta a una sociedad religiosa denominada el Grial. Y por otro, después de conocer los relatos de origen del propio Jesse y de Tulip, faltaba por conocer de dónde procede Cassidy, el malhablado y gruñón vampiro de este singular grupo. Ambas tareas las acometen Garth Ennis y Steve Dillon en este tercer libro de la serie, con el que además se completa el segundo año de publicación de un relato salvaje y sin límites morales de ninguna clase, que no duda en utilizar al mismísimo Dios como personaje secundario (y uno especialmente atractivo dentro de esta inmensa locura) para mantener el nivel de irreverencia que forma parte de la idiosincrasia de Predicador desde su página inicial. Viendo lo que se ve en este volumen, que adquiere unos niveles brutales de orgía violenta y conceptos subversivos a todos los niveles, y especialmente en el religioso, casi parece mentira que sea algo más suave que lo que se había visto hasta ahora. Y es que son muchas las escenas de diálogo, y mucho el desarrollo todavía sin fin de la relación entre Jesse y Tulip, conteniendo la acción más desbocada. Aún así el humor negro, muy negro, es esencial para entender lo que sucede en Predicador y la serie sigue manteniendo un nivel muy alto.

Si algo queda claro en este volumen es que Ennis controla a su antojo lo que sucede en Predicador. Cuando toca el salvajismo más descontrolado, se abraza sin contemplaciones. Pero cuando toca definir a los personajes, se hace con un mimo que roza lo exquisito. Es difícil saber cuánto hay de plan prefijado desde el inicio de la serie y cuánto de inteligente improvisación sobre la marcha, pero para que la irreverencia por la irreverencia no se apodere de la historia son fundamentales episodios como los que abren y cierran este volumen. El primero es un relato sobre el padre de Jesse cuando estaba luchando en Vietnam, y el segundo es el ya mencionado relato de origen de Cassidy, que ahonda en las sorpresas que parece esconder cada uno de los personajes que forma parte de este universo. Sin esos paréntesis, puede que la salvajada que sigue no funcionaría de la misma manera. Porque sí, todo es muy salvaje. Y a la vez muy divertido. Es el exceso que tanto le gusta a Ennis y que tan bien maneja. Y lo mejor es que con cada nuevo personaje que aparece, cada nueva doblez que hay en la búsqueda de Jesse y sus acompañantes, más divertido parece todo, siempre y cuando se hayan aceptado las reglas del juego. Pero llegados ya a este tercer volumen, esas reglas están ya más que asimiladas.

Ennis sigue a lo suyo, y Steve Dillon también. El dibujo es tan brutal como el de los números precedentes. Dillon encuentra el toque exacto entre la violencia y la comedia, porque, siendo salvaje todo lo que se muestra, es innegable que al mismo tiempo es divertido. Humor negro, como en el guión, pero humor al fin y al cabo, y los mejores ejemplos es mejor no desgranarlos para no arruinar algunas de las sorpresas que hay en este eficaz desenlace del enfrentamiento entre Jesse, Tulip y Cassidy con el Grial. Al dibujo de Dillon le sienta francamente bien esa composición de página con viñetas trazadas irregularmente, y también la caricaturesca exageración de su trazo, que hace que los personajes más radicales de la serie encajen en esas dos vertientes, la desmadrada por lo que se ve y la humorística por lo que supone. Y con una espléndida ambientación, que gracias a esos episodios aislados permiten al ilustrador llevarnos a Vietnam o a Nueva York, pasando por Francia o Irlanda, la década de los 70, la de los 90, o hasta la de los 10. Con las historias de este tercer volumen, Predicador sigue siendo una serie notable, en la que encajan perfectamente sus homenajes a personajes famosos (sigue siendo esencial el de John Wayne), su sobresaliente sentido de la violencia y su desmadrada tergiversación de las enseñanzas católicas.

El volumen incluye los números 18 a 26 de Preacher, publicados originalmente por DC Comics a través de su sello Vertigo entre octubre de 1996 y junio de 1997. El único contenido extra son las portadas de Glenn Fabry.