Título original: Batman Forever.
Director: Joel Schumacher.
Reparto: Val Kilmer, Tommy Lee Jones, Jim Carrey, Nicole Kidman, Chris O’Donnell, Michael Gough, Pat Hingle, Drew Barrymore, Debi Mazar.
Guión: Lee Batchler, Janet Scott-Batchler y Akiva Goldsman.
Música: Elliot Goldenthal.
Duración: 122 minutos.
Distribuidora: Warner.
Estreno: 16 de junio 1995 (Estados Unidos), 23 de junio de 1995 (España).
Una de las máximas más ciertas de un personaje que tiene más de 75 años de vida es que no hay versiones equivocadas. Por eso, que tras las dos películas de Tim Burton sobre Batman, muy oscuras, Warner Bros escogiera un cambio de rumbo tan evidente para la tercera película de la saga, Batman Forever, no es un error en sí mismo. Lo que falla en este intento de hacer un filme familiar es la ejecución. No tiene nada de malo recurrir a la serie de los años 60, mucho más incluso que a los cómics de esa época, como clara inspiración del colorido mundo de Joel Schumacher, pero la película deja una evidente sensación de estar desaprovechando posibilidades. La historia acaba resultando absurda y mal llevada, con evidentes lagunas y personajes a medio desarrollar, con un protagonismo no sólo excesivo en minutos (más incluso que el mucho más criticado en su momento de Jack Nicholson en el primer Batman) sino incluso en el tono de la película, hasta el punto de que cabe preguntarse si el Batman que compone Val Kilmer forma parte del mismo universo que los Dos Caras y Enigma de Tommy Lee Jones y Jim Carrey. Por un lado se quiere potenciar la psicología del protagonista, y por otro hacer un blockbuster escaso de ambiciones. Y eso choca.
Val Kilmer es, sobre el papel, un Batman completo. Convincente bajo la máscara y como Bruce Wayne en su papel de empresario millonario y filántropo. El resultado final, no obstante, fue algo soso, aunque con momentos muy bien ejecutados. Todo el peso psicológico que se quiere añadir al personaje le beneficia, tanto por sus propios demonios interiores como por su compleja relación con Dick Grayson. Eso es, con mucha diferencia, lo que mejor funciona de la película, junto con la versión acrobática por un lado y digital por otra de los movimientos del Caballero Oscuro, una novedad en una saga que hasta ahora se había hecho con efectos visuales mucho más artesanales. Pero falta dar un paso más en estas pretensiones, en todas ellas. La acción sabe a poco (un Batwing y un Batboat que son destruidos tras apenas dos minutos en pantalla) y la reflexión sobre el carácter del héroe queda oculta tras la aparatosa presencia de los dos villanos de la función y la perplejidad que despierta un Robin muy mal enfocado. Empezando por este último, es la ejecución fallida perfecta en la adaptación de un personaje de cómic. Desaprovecha su potencial para crear una amalgama de varios Robins que no hay forma de explicarse. Chris O’Donnell tiene menos culpa que el guión.
Y lo mismo se puede decir del resto del reparto. Jim Carrey hace de Jim Carrey. Por aquel entonces aún no se había tomado a sí mismo en serio como actor y su Enigma no es más que una colección de absurdos acertijos que no tienen ningún valor argumental, muecas continuas y disfraces a cada cual más ridículo que el anterior. Y Tommy Lee Jones desaprovecha su enorme talento para buscar una única influencia: el César Romero de la serie sesentera de Batman. Olvidando su maquillaje (que con tanto descaro intenta mostrar a cámara cada vez que puede), el personaje es idéntico a aquel Joker. El de Nicole Kidman, pese a que desata la introspección de Batman/Bruce Wayne, es también un personaje mal desarrollado. Sus vaivenes emocionales, que desembocan en el plano más ridículo de la película (Batman sonriendo, marca indeleble de que interesa más el muñeco de acción y la comedia que el detective oscuro), y el notorio esfuerzo de Schumacher en potenciar su belleza de forma exagerada y muchas veces innecesaria (si entre sus planes está el de irse a dormir, ¿por qué cita a Batman en su piso a medianoche? ¿Sólo para recibirle envuelta en una sábana sin más ropa?), coloca a la actriz más en el papel de florero que en el de personaje.
Dicho todo esto, tampoco se puede negar que la película entretiene. De forma superficial, colorista y absurda, pero entretiene. Como lo hacía a su nivel la serie de los años 60, pero con este toque especial que le da el ser un blockbuster de los años 90 al que, además, la taquilla respondió bastante bien. Batman Forever no es, en todo caso, una película que haya envejecido demasiado bien, y probablemente las razones no sólo haya que buscarlas en sus defectos sino también en el éxito de un Batman diametralmente opuesto a este, el de Christopher Nolan. A pesar de todo, hay momentos interesantes que salvan la función. Batman funciona muy bien visualmente mientras mantiene su traje clásico, como se ve en la primera escena de la película, en la forma en la que sobrevuela Gotham con sus fantásticos utilensilios, en el formidable plano en el que atraviesa las llamas para intentar escapar de una trampa de Dos Caras, y eso hace pensar cómo habría lucido Val Kilmer en una película más seria y oscura. Pero este es el Batman de Schumacher, con unas reglas muy distintas a las de Burton o Nolan. Si se aceptan, si se olvidan los desmanes del guión y a pesar del efecto chillón de sus tonalidades, hay una diversión mínimamanete decente.