Guión: James Vance
Dibujo: Dan E. Burr.
Páginas: 256.
Precio: 24 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Septiembre 2014.
En el mundo del cómic, a diferencia del cine, las frases con las que las editoriales publicitan sus tebeos suelen provenir de autores más que de críticos y periodistas. Contra las cuerdas incluye dos, la de Dave Gibbons en la portada y la de Alan Moore en la contraportada. Aún a riesgo de caer en el juego del marketing, lo que dicen los creadores de Watchmen es tan cierto que más que publicidad se puede considerar como un consejo procedente de voces más que autorizadas. Contra las cuerdas es una novela gráfica excepcional. Y lo es desde su origen. En los años 80 James Vance ideó una obra de teatro con este título que finalmente no sacó adelante. Sí hizo una especie de precuela en cómic, con dibujos de Dan E. Burr, y la historia convenció de tal manera que ganó dos premios Eisner y un Harvey. Y casi veinte años después llega su secuela, adaptada de aquella pretérita obra teatral, para dejar una sensación tan honda como la que dejó su predecesora. Vance y Burr realizan un portentoso retrato de los años de la depresión norteamericana y del movimiento obrero, cargado de tragedia y sensibilidad ante la que resulta difícil permanecer impasible.
Es difícil asimilar toda la crudeza que tiene el relato de Vance. La época en que acontece la historia es un filón y la nueva situación de Fred Bloch, protagonista de Reyes disfrazados, es la de ayudante en un circo ambulante, ya en su adolescencia. Pero su puesto de trabajo esconde una historia humana mucho más amplia, la que él mismo va contando a base de flashbacks y la que se gesta a su alrededor. Contra las cuerdas es tanto una historia personal como una general, es la de este muchacho, sus problemas y su futuro, pero también la del movimiento sindical, sus tácticas, su percepción en la sociedad de la época y la represión que debía combatir. Todo es tan intenso en las palabras y las descripciones de Vance que es imposible no leer esta apabullante novela gráfica sin tener el corazón sobrecogido. Y todo desemboca en un final desprovisto de épica, patético, pero humano, que redondea el mensaje de la obra: «tienes que vivir». Sorprende la capacidad del autor para dejar semejante proclama optimista después de todo lo que ha mostrado en las más de doscientas páginas anteriores, esa es otra parte de la genialidad de una historia excepcional e inolvidable.
La crudeza de Vance, por muy fantasiosa que parezca en algunos momentos, acaba desvelando una relación entre los personajes terriblemente realista. Acorde a esas sensaciones, el dibujo de Dan E. Burr despliega un universo humano y verídico, que encuentra una forma extraordinaria de plasmar el tono realista de la historia. Los rostros que ilustra Burr son impresionantes porque en ellos está la esencia de todo lo que acontece en la novela gráfica. El blanco y negro, combinado con una sutil escala de grises que tiene significado temático, y la delicada forma en la que se diferencia con el recuadro de las viñetas lo que es presente de lo que forma parte del pasado, hacen que el resultado sea impresionante. Sin abandonar un clasicismo claro de fondo y de forma, Burr firma un trabajo muy completo. De esta forma, Contra las cuerdas es, como dice Moore, una obra tan potente como su predecesora y, como apunta Gibbons, visceral e hipnótica. En realidad, es difícil agotar adjetivos porque la complejidad emocional, psicológica y social que contiene es inabarcable, convirtiéndose en un retrato imprescindible de una época durísima.
W. W. Norton & Company publicó originalmente On the Ropes en marzo de 2013. El volumen no tiene contenido extra.