‘Procyon 2. Cinco-Patos al horno’, de Ricardo Machuca

Editorial: Dibbuks.

Guión: Ricardo Machuca.

Dibujo: Ricardo Machuca.

Páginas: 128.

Precio: 16 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Noviembre 2014.

Si el primer volumen de Procyon, El asesino que vino del espacio (aquí, su reseña), ya servía a Ricardo Machuca para realizar una divertidísima intriga futurista, el segundo, Cinco-Patos al horno, incrementa la intriga, la diversión y el fascinante escenario que ha diseñado su autor, mezcla de una contundente ciencia ficción y un toque humorística muy personal. Cuando uno de los personajes que Machuca utiliza como narradores dice «ya te habrás dado cuenta de que en estas historias hay que estar muy atento a los detalles… Si te los pierdes, no te enterarás de nada», en realidad está hablando con el lector. Es tan hábil la mezcla y tan enrevesada la historia, que lo que plantea es un sanísimo ejercicio de atención. ¿Cómo se conjuga eso con una diversión tan completa? Sólo Machuca tiene la clave, pero el caso es que Procyon se está convirtiendo en una serie llamada a ser emblemática del tebeo español de esta década por su fantástico sentido de la comedia, por los detalles absurdos que jalonan su historia (desde el taconeo de un personaje que ya vimos en el primer volumen hasta que se llegue a nombrar al Real Madrid en el año 2414) y por su compleja historia y por su imaginativo envoltorio.

Lo más destacable de Procyon, y eso lo corrobora de una forma brutal este segundo volumen, es que Machuca no parece tener límites en sus descabelladas ideas. Mezclar su sorprendente apuesta de ciencia ficción con un partido de fútbol (o, al menos, del fútbol que podría jugarse en el futuro) es otro elemento más para que la diversión leyendo esta serie sea total. Y lo es porque es imposible no pasar páginas como loco para saber qué le va a suceder a Cinco-Patos (fantástico el modo en el que, ya en este segundo volumen, se cuenta su origen, añadiendo una capa más a la complejidad de la obra), quién demonios es Octavio Perrillo, el animalístico personaje que muy a su pesar se convierte en el verdadero protagonista de Cinco-Patos al horno, y dónde diantres está Procyon, el asesino al que vimos actuar en el primer volumen. Desarrollar todo lo que Machuca tiene en mente mientras relata con una pasión deportiva formidable la final del campeonato federal de fútbol, captando todos los detalles de la actual aceptación popular del deporte, es sencillamente fascinante. Con todo, el principal logro de Procyon sigue siendo que es una aventura para todos los públicos que esconde incontables sorpresas, muchas de ellas todavía por desvelar.

Por eso es tan importante recordar esa frase que Machuca pone en boca de uno de sus personajes y que hace imprescindible estar atento al detalle, también en el dibujo. Su estilo como ilustrador es eminentemente caricaturesco, y por eso encaja tan bien en el tono de comedia que imprime a la historia (incluso en los momentos más dramáticos, como el relato de las penurias de Cinco-Patos en su niñez y juventud), pero es también destacable lo bien que desarrolla su escenario de ciencia ficción, las criaturas que coloca entre los personajes de aspecto humano, las naves y escenarios en los que acontece la historia y la forma en la que plasma la contienda deportiva. Si la lectura es tan amena, incluso con las dobleces que todavía se esconden en el elaborado plan de Machuca, es sobre todo por la accesibilidad de su trabajo como dibujante. Cinco-Patos al horno es claramente un episodio de transición entre la presentación que acontecía en el primer volumen y lo que está por venir, pero Machuca se las arregla para que eso no rompa ni el ritmo narrativo ni la enorme diversión que garantiza Procyon. Y lo mejor de todo es que perdura la sensación de que la serie va a seguir mejorando lo que ya es tremendamente entretenido e imaginativo.

Como en el primer volumen de Procyon, el contenido extra profundiza en su universo de ficción, con fichas sobre el asteroide Psi, el Imperio Khan y el ex senador Schmitz.