Guión: Jean Dufaux.
Dibujo: Béatrice Tillier.
Páginas: 176.
Precio: 35 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Septiembre 2014.
En nuestros días, hablamos de cuento cuando queremos referirnos a historias de corte fantástico pero relativamente infantil. Y el cuento, en realidad, siempre ha tenido un trasfondo mucho más siniestro, incluso los que hoy formarían parte sin dudarlo de la biblioteca perfecta para los más pequeños. Con El bosque de las vírgenes, Jean Dufaux vuelve a los orígenes del cuento para fabular sobre un mundo oscuro y siniestro, con los elementos de fantasía que indudablemente han de formar parte del género pero siempre desde una orientación violenta y sexual, muy adulta en definitiva. El suyo es un relato sobre el enfrentamiento entre el hombre y la fiera, hay en él elementos de muchísimas historias pero con el predominio total de La bella y la bestia, y sus temáticas son bastante pesimistas, incluso aunque el final apunte en otra dirección. Es, efectivamente, un cuento, pero no hay duda de que para encontrar temas e imágenes se sumerge en lo más oscuro del alma. Béatrice Tillier es su ilustradora y sus composiciones son sugerentes y atrevidas, en consonancia con ese regreso a los orígenes del cuento que plantea Dufaux.
La lectura de forma continuada de la serie de tres álbumes de El bosque de las vírgenes en este tomo integral produce sensaciones diferentes a las que seguramente habría deparado su lectura individual. El motivo está en que hay saltos muy importantes en el relato. El segundo de ellos cambia por completo el enfoque. Lo enriquece, en realidad. El bosque de las vírgenes arranca para Dufaux como un enfrentamiento entre el hombre y la bestia, en realidad casi como una fábula sobre el racismo y la exclusión social, porque todos recelan de los demás, pero en ese tramo central se acaba convirtiendo en una formidable historia de amor (y sexo) entre diferentes en un mundo lleno de peligros y monstruos. De esta manera, Dufaux recorre con brillantez un mundo muy extenso en una cantidad de páginas limitada. Su mosaico es inmenso y muy rico, en lo temático y en lo psicológico. Hay personajes que evolucionan, un universo muy bien descrito, un conflicto político casi sin límites y muchas subtramas que se van cerrando con acierto hasta llegar al final. Probablemente lo mejor de esta serie es que permite segundas lecturas que sirven para encontrar nuevos matices.
Una de las razones para que ese aspecto sea tan evidente en El bosque de las vírgenes es que en la primera lectura la fascinación fundamental es la que produce el dibujo de Béatrice Tillier. Muy europeo en su acabado, lo que Tillier propone en su trabajo es un despliegue inmenso de imaginación y fantasía que sabe apostar por las sensaciones que necesita cada escena. Se pasa con facilidad del realismo a la fantasía, de ahí al terror o al erotismo, con un espectacular uso del color y con un gran trabajo previo de diseño, tanto de los escenarios (es inevitable no destacar la sensacional y figurativa página con la que arranca el segundo álbum) como de las criaturas que aparecen en la obra. Puestos a encontrarle un defecto, Tillier no siempre diferencia con claridad a las diferentes bestias que dibuja (especialmente entre los lobos) y es necesario prestar mucha atención a los diálogos para saber qué personaje está hablando. Pero es un defecto menor de una lectura estupenda. El bosque de las vírgenes convence desde su propia concepción, pero va creciendo poco a poco con su uso de los mecanismos propios del cuento llevados a su vertiente más adulta.
El volumen incluye los tres álbumes de Le Bois des vierges, Hache, Loup y Épousailles, publicados originalmente por Delcourt en mayo de 2009, noviembre de 2010 y mayo de 2013 respectivamente. Como contenido extra, el libro ofrece las cubiertas originales de los tres álbumes, algunas ilustraciones de Béatrice Tillier, un postfacio escrito por Jean Dufaux y una entrevista con el escritor.