Guión: Álvaro López y Nacho Fernández.
Dibujo: Álvaro López y Nacho Fernández.
Páginas: 224.
Precio: 11,95 euros.
Presentación: Rústica con sobrecubierta.
Publicación: Octubre 2014.
Viendo la portada y el título, ni siquiera quien no conozca Dragon Fall sabrá inmediatamente que estamos ante una parodia de uno de los mangas y animes más conocidos en España, Dragon Ball. De hecho, el germen de esta serie hay que buscarlo en el éxito que tuvo en España Dragon Ball, uno de los grandes iniciadores de la moda por las viñetas y la animación japonesa en nuestro país. Álvaro López y Nacho Fernández, procedentes de ese riquísimo mundo del fanzine que tanto talento acogió en los años 90, antes de la era digital, se propusieron hacer una versión humorística de este manga y acabaron firmando algo que, en sus modestas pretensiones, se convirtió en algo más. Por eso, veinte años después de su publicación original, sigue siendo un título lo suficientemente admirado como para que se ponga a la venta una edición definitiva en tomos recopilatorios, algo que está reservado a todo aquello que se queda en la memoria de los lectores de su propia época. Con Dragon Fall hay que esperar lo inesperado, un chiste casi en cada viñeta e incontables referencias culturales que le serán completamente familiares a quienes crecieran en aquellos años.
Básicamente, lo que se puede encontrar en este primer volumen de Dragon Fall son los tres primeros grandes arcos argumentales de la serie. El primero es una parodia directa de Dragon Ball, el segundo se ríe abiertamente de Star Wars y el tercero es una especie de fusión con el universo de Street Fighter II. Manga y anime, cine y cómic, y videojuego. Dragon Fall se convierte así no sólo en una parodia de las aventuras de Goku y sus amigos, sino en una revisión en clave de humor de toda la cultura popular que era referente de una u otra forma en la primera mitad de los años 90. López y Fernández no se conforman ni con el principal referente de la serie ni con el que utilizan para cada una de sus grandes historias, sino que van trufando sus páginas de incontables referencias (Transformers, Tortugas Ninja, Robotech, Comando G…) que convierten la lectura es una deliciosa revisión de las series que conforman la infancia, la adolescencia y la juventud de los autores y del lector. López y Fernández incluso se colocan ellos mismos dentro de las viñetas, rompiendo la famosa cuarta pared y haciendo que el nivel del humor no sólo sea para frikis.
Sobra decir que quienes conozcan las mitologías aludidas, en especial de la de Dragon Ball, disfrutarán mucho más de Dragon Fall, pero su humor es tan directo y sincero que ese detalle es casi superficial y triunfa claramente el espíritu fanzinero que hay en su origen, que se nota con bastante facilidad tanto en el guión (que no necesita tener un plan previo para ir divirtiendo por el camino) como en el dibujo (y de eso incluso saben reírse sus autores en sus propias apariciones). Las ilustraciones de Dragon Fall son sencillas porque no se necesita más detalle, es un homenaje continuo a los diseños de Dragon Ball pero también encuentra un estilo distintivo y personal. Para quien no siguiera en su día las andanzas de Goku, lo mejor estará en las caricaturescas versiones de otros personajes, y quizá con más énfasis en las de Star Wars, aunque es difícil encontrar pegas a esta rocambolesca parodia una vez que su espíritu noventero (y, probablemente también por eso, inmortal) se apodera del lector. Dragon Fall es un muy simpático hallazgo para quien se tope de nuevas con esta serie, pero todo un trofeo para quien la leyera en su día o para quienes conozcan su leyenda.
La desaparecida editorial Camaleón comenzó a publicar Dragón Fall en 1993 con un formato muy parecido al de Dragon Ball. Esta edición definitiva tiene un pequeño portafolio de extras que contiene bocetos, páginas a lápiz y portadas de algunos fanzines previos a la publicación de Dragon Fall, y las portadas de los siete primeros números de la serie original reproducidas en la solapa de la sobrecubierta.