¿Qué mejor que un viernes por la noche para hablar de terror? Esa era la propuesta del último coloquio organizado por La Noche Americana e Ítaca Cómics, el pasado día 24, y que contó con la presencia de dos invitados de auténtico lujo. Por un lado, El Torres uno de los maestros del actual cómic de género, que ha publicado recientemente con Dibbuks Las brujas de Westwood (aquí, su reseña) y con Aleta Nancy in Hell. Sesión doble (aquí, su reseña). Por otro, Paco Plaza, cocreador junto a Jaume Balagueró de la saga de REC. El coloquio comenzó con elogios cruzados. Plaza dijo que «cuando alguien hace un producto de calidad que sintoniza con tu sensibilidad no puedes por menos que admirarle». De hecho, se presentó en la charla con las obras de Torres para que se las dedicara. Éste explicó que «el trabajo de Paco lo conocí como todos, con REC, y salí del cine dando palmas, me pasa en muy pocas ocasiones», convencido de que lo más destacado es que tiene un gran mérito «coger la esencia de lo cotidiano, desde un patio de vecinos a la cosa más aburrida que hay en este mundo que es una boda» y crear terror a partir de eso. Y, también, «sentarte con un equipo de 80 personas, cada uno con su idea de cómo tiene que ser todo, y hacer prevalecer tu visión». «Básicamente, porque el cine no es una democracia», contestó Plaza entre risas.
Uno de los primeros temas de los que se habló fue de las diferencias en la forma de buscar el terror en el cine y en el cómic. Plaza ha pasado por los dos medios. «Te reúnes (con los dibujantes), hablas, das alguna indicación. Es como nosotros trabajamos porque somos ajenos al medio. Damos alguna indicación, pero cuanto te empiezan a llegar las páginas es como si tú fueras al rodaje de una película, te fueras, y ya después al estreno. Hay muchas partes del proceso que te pierdes y eso ha sido muy bonito, sobre todo porque hemos trabajado con gente que nos gustaba mucho», dijo. El Torres, en cambio y con mucha gracia, llegó a calificar sus guiones de «coñazo». «Para un tebeo de 22 páginas, el último tenía 47 de guión», dijo, admitiendo que es «bastante picajosillo» con sus guiones, aunque siempre depende del dibujante, citando por ejemplo a Gabriel Hernández como uno al que conoce tan bien que no hace falta decirle todo lo que tiene que hacer. Torres desgranó cómo ve claro que consigue lo que busca. «Si el dibujante es apañado, te lo hace en unas cuartillas y te lees el tebeo. Si te lo lees sin necesidad de bocadillos y con muñecos de palotes, el tebeo funciona. Si no, algo falla», explicó.
Desde su punto de vista, para generar terror «en el cine tienes más apoyos, la música, el encuadre», pero «en el tebeo lo que tienes es una putada muy gorda: cuando abres un tebeo puedes ver el pasado, el presente y el futuro, pero yo no te puedo asustar, ese sobresalto no lo podemos conseguir», aunque admitió un truco. «Si leéis El bosque de los suicidas (aquí, su reseña), siempre que hay un fantasma está al pasar la página», desveló. Por eso hay que jugar con la atmósfera. «Si consigues meter una atmósfera lo suficientemente absorbente, no necesitas asustar a la gente, el lector ya se lo imagina», sentenció. De hecho, recordó la teoría de Scott McCloud según la cual «el tebeo no es un dibujo bonito ni unos textos bonitos, es lo que sucede entre las viñetas», por lo que «si lo has hecho bien el lector aporta mucho y lo rellena». Por eso lamentó que sus tebeos tuvieran habitualmente tanto texto y se lo puso como algo a corregir. Plaza coincidió: «es verdad que cuando ensayas con los actores lo que intentas a veces es quitar texto», porque «todo lo que puedas hacer sin que alguien hable es mucho más potente, a no ser que juegues a todo lo contrario».
¿Pero vale lo mismo para crear un buen cómic de terror que una buena película de terror? «Mientras la historia funcione, viaja bien de un formato a otro. Lo único que importa al final es qué le pasa al personaje, qué quiere y qué pasa si no lo consigue. Y si eso mola, mola en cómic, en peli, en teatro y en radionovela. Por eso Drácula es un éxito multiplataforma», dijo Plaza para responder a esa pregunta. El Torres explicó que le fastidian las «adaptaciones literales», poniendo como claro ejemplo Sin City (aquí, su crítica). «Cuando se intenta adaptar al dedillo resulta un peñazo aburrido, cada medio tiene un lenguaje. Puedes coger la esencia, el espíritu, y trasladarlo», dijo, recordando que las mejores adaptaciones al cómic de películas son aquellas «que se la pasaban por el forro o no la había visto», citando el Alien que dibujo Walter Simonson (aquí, su reseña), quien «no sabía ni cómo era el alien ni el tamaño que tenía», o, en el camino inverso, la película de Los Vengadores porque «no es ninguna historia de los Vengadores que hayamos visto pero ahí están pegando hostias los Vengadores, que es lo que quieres».
Tanto Torres como Plaza destacaron lo mucho que ha evolucionado la forma de narrar. «Tú no sientas a nadie a ver ahora cosas tan chulas como El halcón maltés o La Reina de África, la gente no aguanta ese tipo de narración o que la gente sólo dispare un tiro desde la cadera», dijo el guionista de cómics, convencido de que «la gente no tiene tiempo para paladear lo que le estás dando, quiere al momento el estímulo, quiere que salga el monstruo, quiere que salga la explosión, quiere a Michael Bay y lo quiere ya», explicó. Plaza recordó una anécdota muy cercana en el tiempo. Con la emisión en TVE de REC, la cadena le pidió que twitteara al mismo tiempo. «Así nos va, me pareció demencial», dijo, convencido de que «esa ansiedad no es sana, no es buena. «Todos los niños tienen el síndrome de atención dispera. O es una epidemia o es que no sé lo que está pasando, pero es un tema que me inquieta», dijo, antes de bromear con el tema proclamando que «si todos somos gente que no se centra este país se va a la ruina».
«El próximo paso del terror, y creo que vamos a hacer algo al respecto, es no enseñar nada», añadió Plaza, que aunque entendió que eso es lo más moderno que se puede hacer también recordó que es «lo que ha hecho David Lynch toda la vida». «Hay una baza importante que no se usa micho a la hora de dar terror excepto en la música: el sonido. Imagina una pantalla negra y algo rechinando los dientes, te deja una tensión brutal», añadió el terror, que lamentó que siempre haya en el cine de terror «música a tope, gente chillando y mucha cacofonía», pero no un «uso comedido del sonido». Torres explicó que mientras planeaba El velo (aquí, su reseña) con Gabriel Hernández le pedía que dibujara el más allá como «algo difuso, que no se vea» y la respuesta del ilustrador fue «pintar en rojo y con lejía empezaba a darle y difuminar». «Si algo no se ve, la gente aporta mucho. Y como la experiencia de cada uno es diferente, el monstruo de cada uno es diferente», sentenció.
Hablando de monstruos y de versiones, a ninguno de los dos les parece que haya historias o criaturas intocables. «Mientras sean monstruos, todo me parece bien. A mí me gusta igual Blackula que Edward Cullen», dijo Plaza, porque «cada vampiro está reflejando el momento en el que nace y una inquietud de un grupo de espectadores». «Los clásicos están ahí», añadió Torres, convencido de que «por mucho que saques a Drácula con una pandereta y un taconeado porque pienses que así mola, Drácula está ahí y puedes ir a la fuente porque siempre va a estar ahí». Los clásicos, añadió, «están ahí para hacer lo que te dé la gana con ellos». Y así empezaron a salir revisiones que superan a la original. Torres citó La Cosa de John Carpenter, «que es un pasote». Plaza añadió La invasión de los ladrones de cuerpos de Philip Kauffman. Y encontraron las claves de los fallidos remakes modernos de películas de terror de los años 70 y 80 en que intenta «regurgitar y aplicar plantillas». «La matanza de Texas o Evil Dead son pelis de un tono casi amateur, rodadas con muchas ganas y con muy pocos recursos y que ocurre un milagro y funcionan», dijo Plaza, «pero cuando intentas aplicar una lógica industrial a eso es como si hicieras partituras de una improvisación de jazz».
Salieron títulos como Expediente Warren, Halloween, Lords of Salem, El proyecto de la Bruja de Blair, La cabaña en el bosque, Hellsraiser («puedes contar lo que te dé la gana de Hellraiser, Hellraiser en el oeste, Hellraiser va al Rocío…», dijo Torres con sorna), y de sucesos extraños que a El Torres le sucedieron con Las brujas de Westwood, y eso sirvió para enlazar con más claves del terror. Torres se mostró convencido de que tienen que tener un final. «Siempre he dicho que las películas y los cómics de terror funciona si tiene un final, porque te preocupas por los personajes. Si yo hiciera una serie indefinida de cómics, un Constantine, una Cosa del Pantano, me costaría mucho porque la gente pensaría que se va a salvar. Por eso sacan tantos secundarios nuevos en cada etapa, para que haya muerte terribles y te preocupes por los personajes», explicó Torres. Y Plaza sentenció que «los personajes es lo que te engancha a la historia. Si no hay historia humana, no hay nada que hacer».
Y más de monstruos. Plaza confesó que «hace mucho que quiero hacer una peli de brujas». ¿El motivo? Que «en el fondo eran tías drogándose por vía vaginal en habitaciones oscuras». Confesó, eso sí, que su monstruo clásico preferido es el hombre lobo por culpa de En compañía de lobos. Se habló del poder metafórico que tienen estos iconos. «Todos los monstruos tienen algo detrás», dijo Torres, «el vampiro una sexualidad reprimida, el hombre lobo tiene la bestialidad interior y las brujas tienen dentro lo malas que son las mujeres», recomendando el libro Esposa hechicera, de Fritz Leiber. «El vampiro me ha gustado muchísimo siempre», añadió, pero «siento preferencia por esas cosas que ves a los pies de la cama cuando estás medio dormido y no sabes lo que son». «Esos bichos me parecen cojonudos, es en tu momento más íntimo excepto el váter, es tu cama, donde nada te puede pasar si no pones el pie fuera», explicó, convencido de que eso simboliza lo desconocido, y una de las claves del terror. «Si reducimos el miedo a cuatro cosas básicas, esas cuatro cosas básicas están en todas las culturas», sentenció.
La charla, que se puede escuchar íntegramente en este enlace, terminó con la confesión de Plaza de que el zombi no es precisamente su favorito («yo quiero tener una vida más normal, necesitaba un poco de distancia, los zombis son muy asquerosos», dijo entre risas recordando su experiencia en la saga de REC), algún que otro spoiler sobre REC 4 y un una especie de proyecto de sorna que estas dos mentes maestras del terror podrían realizar, «algo con banqueros y políticos como protagonistas» que «se podría titular La casta«. No se puede acabar mejor una noche de terror.
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