‘Batman. Año 100’, de Paul Pope

Editorial: Penguin Random House / Debolsillo / ECC.

Guión: Paul Pope.

Dibujo: Paul Pope.

Páginas: 200.

Precio: 14,95 euros.

Presentación: Rústica.

Publicación: Octubre 2014.

Es difícil resistirse a la tentación cuando un gran autor, normalmente ajeno a su tradición, interpreta a Batman. Eso es lo que hace Paul Pope en Batman. Año 100, llevar la historia a un futuro no demasiado lejano (no se llega a hacer referencia directa, pero ese año 100 probablemente sea el 2039, centenario de la creación del personaje) en el que el marco de ligera ciencia ficción se fusione con una versión algo más radical del Caballero Oscuro. Sin ataduras y sin límites, Pope se muestra como lo que es, un descomunal narrador con las palabras y con las imágenes, que se permite el lujo de basarlo todo precisamente en ese talento, sin necesidad de idea una historia especialmente complicada y sirviendo lo que, en realidad, parece más bien el clímax de un relato mucho más extenso. No hay origen. Casi no hay desenlace. Lo que hay es una exposición contundente y directa de Batman a todos los niveles, de un Batman distinto, uno que lleva el concepto del trabajo en equipo a un nivel excitante y deudor de la tradición más popular del personaje y que juega con la teatralidad de su puesta en escena como pocas veces se había hecho antes.

El hecho de poder contar una historia fuera de la continuidad (casi una exigencia viendo el nivel de la imaginación de Pope) permite al autor hacer algo completamente diferente, pero que en absoluto se siente como algo ajeno a lo que es y a lo que significa Batman. Pope, de hecho, se las arregla para que los escenarios sean relativamente conocidos. La búsqueda de un aliado en la Policía que le persigue mientras trata de resolver un misterio es un escenario que forma parte de la idiosincrasia más popular del personaje. Que el poder sienta al guardián de Gotham como una amenaza, también. Es verdad que Pope encuentra un equilibrio tan extraño como fascinante en el poder mítico de su imagen y la vulnerabilidad que tiene como ser humano (¿cuántos autores han retratado a Batman sudando en su huida?). Pero es un Batman diferente, más sucio si se quiere, menos cuidadoso y quizá la palabra clave sea más joven. Hay un Robin, hay una especie de Oráculo, pero éste es un Batman más primerizo. ¿Como el de Año uno (aquí su reseña)? En algunos aspectos sí, como también demuestran las conexiones entre aquella historia y ésta.

Hay una forma espléndida de saber si la conexión del lector con Batman. Año 100 es inmediata: evaluar las seis primeras páginas. Sin diálogo, casi sin sonido, apreciando las diferencias entre su Batman y el Batman más clásico, Pope se sumerge (y al lector con él) es una persecución. Batman huye a la carrera de una jauría de perros. No se sabe nada más que eso. Si la emoción ha traspasado la página, es imposible que lo que viene a continuación defraude. Ya en esas páginas, Pope vuelca todo su talento como narrador gráfico, lleva la mencionada suciedad de su caracterización de Batman a su trazo, algo que ya acostumbra a hacer con otro tipo de historias, y fascina con todo lo que construye en cada viñeta. El frenético ritmo que tiene la historia encuentra el reflejo perfecto en su dibujo y la exagerada teatralidad de esta versión del personaje encaja prácticamente a la perfección con el estilo que tiene Pope como ilustrador. Todo en Batman. Año 100 está trazado al milímetro, de manera que la lectura ha terminado casi sin que el lector se dé cuenta. La inmersión en este mundo y en este personaje es total y eso, siendo un Batman ligeramente diferente del que conocemos, no es algo tan fácil de conseguir.

El volumen incluye los cuatro números de Batman: Year 100, publicados originalmente por DC en 2006. El único contenido extra son las cubiertas originales de Paul Pope.