‘Millenium. La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina’, de Sylvain Runberg y Man

Editorial: Planeta DeAgostini.

Guión: Sylvain Runberg.

Dibujo: Man.

Páginas: 133.

Precio: 18,95 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Octubre 2014.

Continúa la adaptación al cómic de la saga Millenium, basada en los conocidos libros de Stieg Larsson, con este segundo volumen, que recoge los acontecimientos de La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina. Sylvain Runberg sigue encargándose del guión, pero José Homs deja en este volumen la labor de dibujo en manos de Man, algo más realista que su predecesor pero con una capacidad similar para entender lo más sórdido del mundo que retrata esta trilogía. Como el primer álbum, que adaptaba Los hombres que no amaban a las mujeres (aquí, su reseña), la traslación de las novelas a las viñetas es muy fiel, siguiendo la estructura de corte rápido y escenas no demasiado extensas, buscando una tensión procedente de múltiples escenarios y que reparte el protagonismo entre Mikäel Blomkvist y Lisbeth Salander, en cuyo origen profundiza mucho más este segundo libro. Quizá esa fusión entre la historia de Lisbeth y el tema central del libro, la trata de blancas, lleve el relato a puntos más siniestros incluso que los que se mostraron en el primero.

Las claves de Millenium, en todo caso, están intactas. Runberg sigue haciendo una adaptación modélica que basa su éxito en el ritmo. La lectura es acelerada, sin perder por ello nada de la información que se va proporcionando. Es un álbum con bastante texto, casi siempre en diálogos y evitando en buena parte de las páginas la narración en cartuchos, pero eso nunca llega a ralentizar la acción y el autor sabe cuándo dejar espacio al horror más realista o a los pensamientos más íntimos. Resulta por tanto curioso, y al mismo tiempo elogiable, que algunos de los momentos más inolvidables de esta adaptación de La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina sean viñetas sin diálogo, como el intento de huida de Irina, el arranque del flashback de la niñez de Lisbeth, la reacción de Mikäel al descubrir uno de los secretos de Lisbeth o el clímax. Millenium es así, es siniestra, oscura y realista, y cualquier rebaja que hubiera planteado Runberg habría estado condenada al fracaso. Y el mayor protagonismo de Lisbeth, el que se veía en la novela y aquí recoge, basta para que todo dé la impresión de ser algo más certero que en la primera parte.

Siendo Millenium un retrato violento de la sociedad, se agradece que su adaptación al cómic no esquive nada de lo propuesto por Larsson, ni en lo temático ni en lo visual. Man acaba de mostrar el mundo de la prostitución en El cliente (aquí, su reseña) y su apuesta en La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina es distinta. Esa versatilidad se agradece, porque el tono de ambas historias no tiene nada que ver. Man domina los personajes, pero sobre todo la ambientación. Siempre elige bien el punto de vista de cada viñeta, lo que quiere mostrar y las luces que le sirven para mostrarlo. Siendo su estilo muy diferente al de Homs, entiende sus diseños y el relato con la misma facilidad. Runberg y Man hacen un buen trabajo en este segundo volumen de Millenium. Si no lo fuera, quizá se habría podido entender su aparición como algo tardío, puesto que los libros generaron una ola de popularidad inmensa hace algunos años y el impulso que dio la película norteamericana de la primera entrega, la que dirigió David Fincher, ya pasó. Pero Runberg y Man convencen al margen de modas.

El volumen incluye los álbumes tercero y cuarto de Millénium, publicados originalmente por Dupuis en marzo y octubre de 2014. El único contenido extra son las cubiertas originales, obra de José Homs.