Guión: Doug Moench.
Dibujo: Kelley Jones y Eduardo Barreto.
Páginas: 216.
Precio: 21,50 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Junio 2014.
El lector de Batman de comienzos de los años 90, cuando el éxito de las películas de Tim Burton hizo que se multiplicaran hasta el infinito el número de cabeceras y proyectos relacionados con el Caballero Oscuro, recordará sin duda el tándem artístico que formaron Doug Moench y Kelley Jones en Batman & Dracula. Lluvia roja y sus secuelas, parte de la línea Otros Mundos. Tras esos triunfos, Moench y Kelley se unieron también en la serie central del personaje para una larga etapa que ECC comienza a publicar ahora en Fundido en negro, dentro de la línea de Grandes autores de Batman. Con un amplio abanico temático y de personajes utilizados por parte de Moench, la clave para conectar con esta etapa está fundamentalmente en el muy personal y nada realista estilo de Jones. Quien busque un estilo clásico, desde luego no está ante el mejor volumen de Batman para enamorarse del personaje o de sus historias, porque el ilustrador tiene unos límites muy exagerados y radicales, quizá también muy propios de esos años 90 que tan dispares resultados dejó en la industria del cómic norteamericano.
La ventaja de Kelley Jones es que su estilo no engaña a nadie y se e ya desde la ilustración de portada. El suyo es un dibujo que huye del realismo, que crea una narrativa diferente, que potencia músculos que ni siquiera existen en la anatomía de sus personajes, que no está preocupado por la continuidad o por utilizar diseños inmutables y que busca constantemente una mezcla de irrealidad casi onírica, espectacularidad y oscuridad a la hora de crear sus historias de Batman. El propio Caballero Oscuro es una muestra perfecta de lo que busca, con una capa llena de pliegues y una extensión inverosímil, con las orejas de la capucha de un tamaño exagerado. Su forma de dibujar es tan diferente que no hay más que compararla con la de Eduardo Barreto, que se encarga de uno de los números de este recopilatorio y que contrapone un clasicismo al estilo recargado y extravagante de Jones. En el cómic siempre es vital conectar con las formas visuales de los dibujantes para enamorarse de las historias, pero en casos como el de Kelley Jones es una labor absolutamente imprescindible. Si gusta Jones, es fácil adentrarse en su universo. Si no, es mucho más complejo.
Es esa comparación entre los números dibujos por Jones y el de Barreto el que confirma esa impresión anterior, porque el guionista es el mismo. Doug Moench es un veterano curtido en mil batallas y sabe escribir historias muy diferentes. Como en casi cualquier etapa, hay una mezcla entre villanos de toda la vida y personajes de nueva creación. Su interesante pero después no aprovechada versión de Killer Croc, con la gozosa aparición de la Cosa del Pantano, o una algo más insustancial del Espantapájaros, están entre los primeros. Durmiente, una asesina que no quiere dormir y que sigue los dictados de una diosa, es su principal aportación en estos números. Lo paradójico es que probablemente el mejor número de este volumen desde el punto de vista del guión sea justo el que no dibuja Jones. Bullock es un personaje muy atractivo y la humanización que hace Moench de él en apenas veinte páginas es espléndida. En realidad, el libro tiene un toque de nostalgia especial, no sólo por el dibujo de Jones sino también por los guiones. En los 90 los objetivos eran muy distintos a los de hoy en día, y eso se nota en la más que entretenida lectura de esta etapa.
El volumen incluye los números 516 a 524 de Batman, publicados originalmente por DC Comics entre marzo y noviembre de 1995. Como único contenido extra, además de la biografía de los autores, están las portadas originales, obra de Kelley Jones.