‘Superlópez. La montaña de diamantes’, de Jan

Editorial: Ediciones B.

Guión: Jan.

Dibujo: Jan.

Páginas: 48.

Precio: 12 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Septiembre 2014.

Siendo Superlópez un personaje que lucha contra las injusticias, es evidente que sus historias tienen alto componente de crítica de social, incluso aunque esté enmascarado en el siempre divertidísimo humor que Jan siempre despliega. Pero pocas veces como en La montaña de diamantes habrá desplegado el autor una crítica tan afilada y directa. Su objetivo es todo lo que se genera en torno a los diamantes de sangre, los que se obtienen en zonas de guerra y utilizando esclavos, ilegales pero parte del mercado negro, tan prohibidos como reales. Y Jan traza un retrato asombrosamente preciso, especialmente en unas trece primeras páginas en las que no aparece el héroe y que bien podrían haber sido la base de un tebeo mucho más serio y trascendente. Pero, por supuesto, esto es Superlópez y el humor es protagonista incluso en ese arranque. Lo que Jan hace es introducir una crítica muy adulta en un tebeo para los más pequeños, y eso es la clave para que La montaña de diamantes sea un álbum tan adecuado para lectores de todas las edades. Cada cual se quedará con lo que quiera, con el trasfondo o con el colorido. Por eso Superlópez es tan genial.

Lo más sorprendente de esta aventura está precisamente en el hecho de que el superhéroe más popular del tebeo cómico juvenil español apenas aparece. Por supuesto, es quien resuelve el entuerto, pero lo importante de La montaña de diamantes no es su participación, sino todo el entramado que se teje alrededor de la industria clandestina de las codiciadas piedras preciosas, la forma en la que Jan muestra que en una guerra no hay un bando bueno (situación que se ve cada vez que los esclavos que se sienten liberados se ven sometidos al mismo castigo) o incluso en la manera en la que el autor recupera a una villana clásica de estas aventuras, Lady Araña. Como suele ser habitual, Jan reparte el humor entre el gag más cómico, los nombres con los que bautiza a sus personajes y lugares (desde Djale’Ir como localización o Al Taeda como el grupo terrorista que ronda la zona en que transcurre la historia) y la acción del propio Superlópez, esta vez más secundario que nunca, aunque el uso de sus poderes en el tramo final es tan gozoso y divertido para sus seguidores como siempre lo ha sido.

Eso, la demostración de lo extraordinario que es Superlópez, es uno de los ya habituales puntos de lucimiento de Jan como dibujante en las historias de su personaje más popular. En realidad, de la misma forma que le sucede a Francisco Ibáñez con Mortadelo y Filemón, resulta realmente complicado no acabar un tebeo de Superlópez sin pensar lo bueno que es Jan y lo fácilmente que se mantiene fiel a su estilo sin parecer anticuado o incluso repetitivo. Siempre sencillo, icónico y humoristico, el dibujo de La montaña embrujada es todo lo que uno puede esperar de un cómic de Superlópez. Tiene el añadido del exotismo de los escenarios, los múltiples personajes africanos y la diversidad de ambientes, que van desde los esclavos a los generales, pasando desde la mina hasta los lujosos hoteles parisinos y el entorno barcelonés (o, mejor dicho, parchelonés). El gustazo de seguir disfrutando de un Jan en plena forma y de un Superlópez que no deja de añadir entretenidas aventuras para todos los públicos a su ya larga bibliografía es la mejor noticia que deja este nuevo álbum del personaje. Como si eso fuera poco.

Ediciones B publica Superlópez. La montaña de diamantes como el número 165 de la colección Magos del humor. Como es habitual, el libro no tiene contenido extra.