‘Castilla Drive’, de Anthony Pastor

Editorial: La Cúpula.

Guión: Anthony Pastor.

Dibujo: Anthony Pastor.

Páginas: 164.

Precio: 20 euros.

Presentación: Rústica con solapas.

Publicación: Enero 2013.

Si hay algo que Anthony Pastor entiende a la perfección en Castilla Drive es que los personajes patéticos (o en un momento patético de sus vidas) encajan a la perfección en el género negro. Ésta es una novela gráfica detectivesca en apariencia, pero lejos de los moldes habituales del noir. La femme fatale no es una mujer de medidas perfectas, escotes vertiginosos y movimientos insinuantes, sino la protagonista de la historia. Sally Salinger ees una detective, o quiere serlo después años ayudando en ese trabajo a su marido, un hombre que huyó de su casa con una mujer más joven, no tiene apenas dinero para mantener a sus hijos y su vida no pasa precisamente por el mejor de los momentos, algo que afecta a su carácter. Sólo con eso, Pastor ya ha conseguido aportar algo al género, establecer las bases de una historia diferente y, sobre todo, intrigar al lector. Mucho más cuando se plantea el caso que cambiará su vida y no sólo su trabajo, aún más patético en apariencia y en su desarrollo que el momento por el que pasa Sally. Pastor además crea una atractiva ambientación con su estilo de dibujo y, sobre todo, con el color que le da a la obra.

En el fondo, Castilla Drive es atractiva porque es muy sencilla. Pastor consigue recortar un trozo de cotidianidad que se sale de lo normal. Es la vida diaria de Sally, con sus problemas, con sus conversaciones mundanas, con sus problemas de siempre, pero en el marco de unos acontecimientos muy concretos que tienen que ver con un hombre que ha sido disparado y que quiere contratar a la detective para quien encuentre a la persona que quiso asesinarle. En la narración de Pastor el caso es lo de menos, casi un macguffin, y por eso Castilla Drive viene a ser un soplo de aire fresco para el género. Incluso el entorno (un pequeño pueblo norteamericano, hace unas décadas y en Navidad) juegan a su favor para romper las convenciones del noir sin llegar a sonar ajeno a sus reglas, por paradójico que pueda parecer. Otra paradoja, Castilla Drive convence casi más por lo que no muestra que por lo que se ve. La historia previa de Sally y del pueblo, lo que se va insinuando y lo que queda a la imaginación del lector, está tan presente en la historia que ejerce una atracción todavía más fuerte que en el sencillo caso que ocupa sus páginas. Ese contexto hace crecer el relato y le da una personalidad única.

Eso sucede también con el dibujo, pero no tanto con el trazo como con el color, que marca una distancia clara con el género y que sirve para acentuar la enorme expresividad de los personajes. Y, de esta manera, es probablemente el aspecto lo que lleve hasta las verdaderas intenciones de Castilla Drive. Olvidemos por un momento el misterio que exige el noir y centrémonos en la forma en la que Pastor dibuja a sus personajes, de una manera mucho más propia del drama costumbrista que del género negro clásico. Son las miradas y las expresiones lo que motiva a Pastor, y no los misterios o los giros del guión, es la ambientación (el color vuelve a jugar ahí un papel esencial para determinar estados de ánimo) y no el resultado de las pesquisas que hay en el fondo de la que en teoría es la trama principal. Y una vez leído todo el libro, no hay más que ver la última página para comprender que hay más elementos emocionales que criminales. Castilla Drive es el cuarto trabajo de Pastor y el primero con lo que se publica en español, lo que hace de ese volumen una magnífica puerta de entrada a su universo y un magnífico relato lleno de grises y enmarcado en un mundo en el que la certeza es una ilusión.

Actes Sud publicó originalmente Castilla Drive en mayo de 2012. El libro no tiene contenido extra.