Guión: John Byrne.
Dibujo: John Byrne.
Páginas: 96.
Precio: 16 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Julio 2014.
El John Byrne más rompedor, el que forma parte de la memoria colectiva de los hoy adultos que crecieron leyendo tebeos de superhéroes en los años 70 y 80, hace tiempo que ya no existe, pero eso no quiere decir que John Byrne no sea capaz de entretener. En Doomsday lo hace con una mezcla hábil entre Y, el último hombre (aquí, reseña de su primer volumen) y Los muertos vivientes (aquí, reseña de su primer volumen) las dos series apocalípticas más duraderas e influyentes que ha dado el cómic norteamericano en las dos últimas décadas. Aunque Doomsday marca claras diferencias con respecto a ambas por temática y narrativa, es inevitable sentir su cercanía, por mucho que parta de una premisa diferente. Aquí la Tierra sufre una tormenta solar que aniquila a una inmensa mayoría de la población. Los principales supervivientes, el grupo protagonista del relato, es la tripulación de una estación espacial (ese concepto ya lo había tocado Brian K. Vaughan en Y) y es su odisea la que se sigue a través de un mundo devastado y en el que el único enemigo que encontrarán en su camino es el propio ser humano (base absoluta de Los muertos vivientes).
No deja de ser curioso que Byrne sobresalga en lo que omitían tanto Los muertos vivientes como Y, el último hombre: la descripción del apocalipsis que desencadena no tanto la historia sino el escenario en el que ésta va a tener lugar. Así, el primero de los cuatro números de la serie es el mejor. De una forma aparentemente aséptica, Byrne va mostrando cómo se afronta ese día del juicio final desde la estación espacial y desde otros escenarios. Desprovee a la narración de toda épica para convertirla en un acto de supervivencia natural y eso, aunque se pueda ver como un defecto, es en realidad una diferencia con respecto a otras historias de corte similar. Porque Byrne no sólo no inventa nada, sino que es plenamente consciente de ello en varios guiños, uno de ellos muy cinéfilo (parte del mismo está en la portada del volumen). La novedad que Byrne mantiene a lo largo de la serie es que sólo coge pedazos de la odisea del grupo protagonista, haciendo que haya enormes elipsis temporales entre número y número. Eso también convence.
No sólo convence, sino que es lo que le permite lucirse como ilustrador. El paso del tiempo entre episodios y el continuo cambio de escenario es lo más atractivo. Byrne probablemente no forme parte hoy en día de la excelencia de la ilustración norteamericana pero sigue manteniéndose en plena forma. Es evidente que su dibujo tiene un toque nostálgico, y que eso mismo es lo que elevará la evaluación de su trabajo entre quienes recuerden su trazo en Superman, Los 4 Fantásticos o X-Men, pero esa misma nostalgia no puede eliminar muchos de los rasgos positivos que tiene su trabajo, su siempre espléndida puesta en escena y el buen perfilado de los personajes para que sean siempre reconocibles. Doomsday tiene un innegable atractivo, el de ver un mundo arrasado y el de comprobar cómo reacciona el ser humano en ese ambiente de destrucción. Es el mismo punto de partida de Y, el último hombre y Los muertos vivientes, como de tantos otros escenarios de ficción en cine, literatura y televisión. Pero esta vez Byrne mantiene con mucha facilidad y oficio el nivel de entretenimiento a base de historias cortas conectadas.
El volumen incluye los cuatro primeros números de Doomsday, publicados originalmente por IDW entre mayo y agosto de 2013 y en un volumen recopilatorio en noviembre de ese mismo año. El único contenido extra del libro son las cubiertas originales, obra del propio John Byrne.