Guión: Víctor Mora.
Dibujo: Miguel Ambrós, Ángel Beaumont y Ángel Pardo.
Páginas: 576.
Precio: 29 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Junio 2014.
Este cuarto volumen de la reedición facsímil de El Capitán Trueno marca un punto de inflexión en la serie. En el cuadernillo número 169 hace su debut como ilustrador Ángel Pardo, que acabó superando con creces el número de tebeos que hizo en solitario Miguel Ambrós en la serie y que, aún amoldándose al estilo del creador gráfico del personaje, también introdujo sus pequeños cambios. Como Bruguera llegó a utilizar cabezas fotocopiadas de los primeros cuadernillos del héroe español por excelencia, si se está muy enfrascado en leer las aventuras hay que prestar bastante atención para notar las diferencias entre Ambrós y Pardo, pero el Capitán es ahora un hombre más fornido. También ayuda a que la transición sea suave el hecho de que Trueno aparezca disfrazado durante muchos de los cuadernillos incluidos en este volumen. Al margen de la novedad en el ilustrador, El Capitán Trueno sigue manteniendo las constantes iniciales: aventuras exóticas tanto por los escenarios como por los oponentes, incluso por los animales, mucho heroísmo también por parte de un Goliath que crece en estas aventuras y una mayor presencia de Sigrid, que en estos cuadernillos incluso se lanza a la lucha con espadas, una habilidad que hasta ahora no se había visto.
Eso es quizá lo más llamativo de esta entrega, ver a Sigrid en un papel al que no estábamos habituados, como guerrera y mostrando además una dureza (por fingida que sea) que sin duda se introdujo para sorprender. Como reflejo de su época, no es El Capitán Trueno una serie especialmente atenta a la igualdad entre sexos, pero en historias como las que se encuentran en la parte final de este libro se atisban ya unos vientos de cambio interesantes. Mora busca retos para el héroe cada vez más complejos y, en esta etapa, se harta de buscar formas diferentes de herirle para demostrar así que sus capacidades físicas y mentales no tienen límites. Y eso mismo es lo que le da la posibilidad de jugar con más libertad con sus acompañantes. Crispín y Goliath, sobre todo el segundo, tienen cada vez más protagonismo, lo que ayuda a que las aventuras tengan un mayor dinamismo, que es lo que hace que estas historias sigan manteniendo la misma fuerza más de 50 años después de su publicación. Con villanos emblemáticos, procedentes de culturas exóticas y diversas, y un ritmo endiablado que nunca decrece es más fácil perdonar las muchas licencias históricas y geográficas que pueblan los relatos.
Además de la llegada de Pardo a los lápices, se nota que el Capitán Trueno se había convertido en todo un éxito que se multiplicaba por diferentes cabeceras, multiplicando el trabajo, con un detalle que puede pasar desapercibido: cada vez son más las viñetas de gran tamaño que se cuelan en la historia. Además, el entintado no siempre es tan fino como en las primeras historias. Pero eso son aspectos que se aprecian por comparación entre los cuadernillos más que por que chirríe algo durante la lectura. Al contrario. Ambrós, con Ángel Beaumont, y Pardo, asimilan con facilidad el carácter aventurero de este inolvidable tebeo español y consiguen que sus cabriolas, sus combates, sus espectaculares escenarios y sus trajes vistoso sigan brillando como el primer día. Los cuadernillos de El Capitán Trueno que se incluyen en este volumen evidencian que todo era posible en sus páginas, desde rozar el género de terror con la presencia de unos no tan fieros hombres lobo hasta el homenaje a Julio Verne y su Viaje al centro de la Tierra con un descenso a las profundidades de un volcán donde habitan extrañas plantas y animales y civilizaciones perdidas. Y no es que todo valga en El Capitán Trueno, es que todo entretiene.
El libro incluye la reproducción facsímil de los cuadernillos 145 a 192 de El Capitán Trueno, de la serie Superaventuras, publicados originalmente por Bruguera entre julio de 1959 y junio de 1960. Como contenido extra, el volumen ofrece una introducción de Miquel Barceló.