CÓMIC PARA TODOS

‘Ronin’, de Frank Miller

roninEditorial: ECC.

Guión: Frank Miller.

Dibujo: Frank Miller.

Páginas: 312.

Precio: 26 euros.

Presentación: Rústica.

Publicación: Marzo 2014.

Frank Miller es uno de esos autores que se hace perdonar los deslices. No importa cuánto tiempo lleve sin recuperar lo mejor de su enorme capacidad narrativa, repasar sus primeras obras, aquellas que le convirtieron en un absoluto revolucionario del cómic en los años  80, tiene un efecto redentor inmediato. Siendo un título sobradamente, Ronin no suele colocarse a la altura de su etapa en Daredevil o, sobre todo, sus dos intocables revisiones de Batman, Año uno (aquí, su reseña) y El regreso del Caballero Oscuro (aquí, su reseña), pero merece estar mucho más cerca. El Miller de Ronin era uno que sabía gestionar el caos imperante en su historia y en su dibujo, que dominaba por completo lo que aparecía en la viñeta y fuera de ella,que jugaba con herramientas que para la inmensa mayoría de los creadores de cómic de aquel momento eran sencillamente inalcanzables y que resultaba en un cómic de inspiración manga, de absoluta reverencia a la cultura japonesa pero también deudora de la tradición más norteamericana del cómic, una fantasía que mezcla samuráis y ciencia ficción con una facilidad aplastante y en la que, como en todas las grandes obras, el lector tiene que poner de su parte para redondear una formidable narración con interpretaciones propias.

Lo primero que llama la atención de Ronin es el enorme salto que propone. Arranca como la historia de un samurái que se queda sin amo, asesinado por un demonio en un Japón de época indeterminada pero indudable aspecto clásico, y sin solución de continuidad pega un salto al futuro. Ese es Miller reuniendo obsesiones y referencias. Mangas como el ampliamente citado El lobo solitario y su cachorro, de Kazuo Koike y Goseki Kojima, pero también los títulos más importantes de la ciencia ficción, empezando por 2001: Una odisea del espacio por su maravilloso uso de la inteligencia artificial. Miller, en contra de lo dominante en aquellos años, prescinde por completo de cartuchos de texto, dejando al lector para la comprensión de lo que está sucediendo únicamente dos vías. Por un lado, los diálogos. De esta forma, consigue una inmersión completa en la historia, porque el lector no sabe nada por adelantado, vive el relato del mismo modo que sus protagonistas, que este Ronin renacido o que la mujer que ama, la agente Casey McKenna, un memorable personaje femenino cuando en el cómic éstos apenas se podían contar con los dedos de una mano. La vivencia de esos conflictos emocionales es tan grande que Miller prescinde incluso del ruido y de las onomatopeyas.

La segunda vía para comprender Ronin es, obviamente, la sensorial. Y ahí Miller tomó un camino complejo. Su dibujo, personal y diferente, anticipaba muchas de las cosas que pondría en juego en El regreso del Caballero Oscuro y, quizá de forma más acusada, en obras posteriores como Sin City o 300 (aquí, su reseña). Dentro del mencionado caos que pretende hay inteligencia. Hay un portentoso uso de la oscuridad, hay un buscado carácter ominoso de los escenarios y los planos generales, hay narrativas diferentes y originales en las que el movimiento cobra una importancia pocas veces vista hasta ese momento, y también hay espectáculo propio del cómic norteamericano. Es un collage tan brillante que apabulla. Por eso las revisiones de Ronin no son sólo gozosas, sino probablemente necesarias. Hay tanta información y tanta genialidad en sus páginas que no basta con tocar su universo con la punta de los dedos. Hay que mancharse las manos, sumergirse de lleno y pensar en el mundo que propone Miller, en sus valientes ideas y un desarrollo capaz de combinar la reflexión más profunda sobre la naturaleza humana (y no humana) con una aventura que sabe mezclar lo clásico con la modernidad, en la que no hay un claro enfrentamiento entre el bien y el mal y hay una enorme escala de grises.

El libro contiene los seis números de Ronin, publicada originalmente por DC entre julio de 1983 y agosto de 1984. Las cubiertas originales y una introducción del editor y guionista Jeff Rovin son los únicos contenidos extra del volumen.

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Esta entrada fue publicada el 24 julio, 2014 por en Cómic, DC, ECC, Frank Miller.

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