Título original: The Fantastic Four.
Director: Oley Sassone.
Reparto: Alex Hyde-White, Jay Underwood, Rebecca Staab, Michael Bailey Smith, Carl Ciarfalio, Joseph Culp, Kat Green, Ian Trigger.
Guión: Craig J. Nevius y Kevin Rock.
Música: David y Eric Wurst.
Duración: 89 minutos.
Distribuidora: New Horizons.
Estreno: No estrenada.
El cómic y los superhéroes son en nuestros días un filón para el cine y la taquilla suele responder entre razonablemente bien y extraordinariamente cuando uno de los personajes de Marvel llega a la gran pantalla. Pues bien, hubo un tiempo no tan lejano en que ser titular de los derechos de una película de estos personajes no era más que un medio de ganar dinero. The Fantastic Four, la primera versión cinematográfica de los 4 Fantásticos de Stan Lee y Jack Kirby es terrible. Y lo es, entre otras cosas, porque es un filme que jamás se quiso estrenar. Con la producción de Roger Corman, el único propósito de esta horrenda cinta no era otro que garantizar que los derechos seguían en manos de sus entonces dueños, para poder así venderlos. ¿Lo peculiar? Que ese pequeño detalle no se lo contaron ni al director, ni a los actores, ni a buena parte del equipo de producción. Eso quiere decir, en realidad, que si las cosas salieron tan mal es porque no había calidad, medios o dinero para hacer algo mejor. El hecho de que fuera una película destinada a ser archivada sin comercialización de ningún tipo, y que finalmente se pudo ver por la filtración de una copia en VHS que hoy en día sigue circulando por Internet, sólo le da un carácter mítica a algo realmente malo.
Se estima que The Fantastic Four costó un millón de dólares, pero en realidad se hace difícil creer que se llegara a emplear tanto dinero en la película. Se la enmarca en la serie B, pero está incluso más cerca de la serie Z. No es que tenga que ver con la serie de televisión de Spiderman de los años 70 o incluso con el Capitán América (aquí, su crítica) que se hizo cuatro años antes, sino que tiene mucho más que ver con cintas como El Vengador Tóxico. Sí, es así de mala. Hay mucha leyenda en torno a la película precisamente por nacer condenada, pero eso sólo sirve para realizar juicios mucho más misericordiosos de los que en realidad se merece el filme de Oley Sassone, un director después confinado a la televisión y que no es capaz de encontrar un mínimo de grandeza o espectacularidad, ni siquiera de nostálgica ingenuidad, en su recreación de los 4 Fantásticos. En realidad, el problema está en la base y es que el guión es bastante malo. Años antes de que Joel Schumacher destrozara con Batman y Robin la saga del Caballero Oscuro con la multiplicación de personajes y elementos en pantalla, esta The fantastic Four ya quería incluir en menos de 90 minutos al cuarteto protagonista, al Doctor Muerte, a un segundo villano inventado llamado el Joyero y a Alicia Masters.
La falta de dinero es lo que provoca que el clímax no sea nada espectacular, con una versión infográfica de la Antorcha Humana más cercana al dibujo animado que al efecto especial, pero es que la forma de rodar de Sassone ni siquiera contribuye a que la falta de medios se disimule. Su forma de rodar las peleas es pobre, en las conversaciones no aporta nada y el recurso a girar la imagen invita más a pensar en lo que Batman (aquí, su crítica), en los años 60, ya utilizó como elemento cómico. Más problemático aún es que el guión, el habitual batiburrillo de la época en el que se quería dar la sensación de que había un respeto reverencial por el cómic (por eso la Cosa grita hasta en tres ocasiones prácticamente sin más diálogo entre medias su famoso «es la hora de las tortas»), falla incluso en cuestiones de base. Eliminando la responsabilidad de Reed en el accidente que da superpoderes a Ben, Sue , Johnny y él mismo, se traiciona el espíritu de los 4 Fantásticos y se altera significativamente la relación entre los personajes. Por eso mismo no tiene ningún sentido la posterior huida de Ben, desprovista por completo del dramatismo necesario, hasta llegar a la guarida del Joyero (una especie de grotesca mezcla del Hombre Topo y el dickensiano Fagin) simplemente porque sí.
Y aunque todo sea ingenuamente simple, lo cierto es que había elementos para algo más, incluso con tan poco dinero sobre la mesa. Si el espectador es capaz de olvidar el catrastrófico envoltorio de la película, el casting se puede llegar a considerar al menos curioso. No hay un gran trabajo de los intérpretes precisamente porque se aspira a soluciones fáciles, pero la foto fija de Alex Jay-White (Reed), Rebecca Staab (Susan), Michael Bailey Smith (Ben) y Jay Underwood (Johnny) no es mala del todo. Sí lo es el trabajo de Joseph Culp como el Doctor Muerte, no ya por su armadura, que le resta toda la grandeza y poder que ha de tener el personaje, sino por un lenguaje corporal completamente equivocado. Así, The Fantastic Four es sólo una rareza que apenas puede despertar simpatía. Forma parte de la historia precisamente porque es una película que nunca se vio en los cines, y de ahí surge una magia que que deriva en comentarios indulgentes. Pero negar que es una película horrenda, con unos escenarios pobres, una realización casi amateur, un vestuario insuficiente (se ven hasta las cremalleras en los poco mostrados trajes de los 4 Fantásticos), un maquillaje inverosímil (el de la Cosa) y un guión manifiestamente mejorable, sería engañarse.