Editorial: Planeta DeAgostini.
Guión: Robert Kirkman.
Dibujo: Jason Howard.
Páginas: 160.
Precio: 13,95 euros.
Presentación: Rústica.
Publicación: Septiembre 2012.
El asombroso Hombre Lobo, la serie creada por Robert Kirkman y dibujada por Jason Howard, llegó a su fin en Estados Unidos en el número 25. Y fue un final ampliamente satisfactorio. Kirkman mostró a un clímax con el que pretendía cerrar todas las subtramas abiertas desde el primer número y en buena medida lo consigue. Pero se obliga a sí mismo a dejar abiertos los dos grandes temas de esta serie, los superhéroes y el terror, porque, de lo contrario, no sería una obra de Kirkman. Y es que una de las características esenciales no ya de El asombroso Hombre Lobo sino en realidad de casi toda la producción de su guionista es el final abierto, el cliffhanger con el que suele concluir cada episodio para dejar al lector con la boca abierta. La conclusión de la serie deja efectivamente dos finales abiertos, que honran precisamente a cada una de esas dos facetas comentadas de la serie. Dado el exitoso perfil del personaje que ha venido creando a lo largo de la serie, ambas dejaban abiertas muchísimas posibilidades que Image puede explotar y de hecho ha explotado ya en otras de sus series, pero también sirve para que una nueva oportunidad editorial al Hombre Lobo no se pueda descartar. Quién sabe.
Desde el principio la serie era un desenfadado cómic de superhéroes que sabía encajar sus elementos de terror en el universo de Image. Ahora procede preguntarse si el clímax está a la altura.Y la respuesta, aunque con matices, es afirmativa. No existe el final perfecto para ninguna obra de ficción y el de esta serie no es una excepción. Sin embargo, es notable. Puede que haya lectores a los que no les satisfaga cómo resuelve Kirkman el duelo entre Gary Hampton y el vampiro Zechariah. Pero en conjunto sabe hacer referencias a las tramas sembradas durante estos algo más de tres años y a las intenciones originales de la serie. Y es que El asombroso Hombre Lobo concluye haciendo honor a lo que es desde su comienzo, una buena mezcla de terror y superhéroes. En este arco final, Kirkman peca de cierta precipitación. Eso no interfiere con el desarrollo de la historia, pero sí le lleva a dejar algunos pasajes sin demasiado peso, como el desenlace de El Semblante, el regreso de personajes ya vistos en anteriores entregas o complementos que quedan sin desarrollar como el coche que Meca-Doncella le da a Chica Vampiro, la hija del Hombre Lobo. La trama familiar es la que ya tiene menor presencia en esta resolución, ya que el conflicto entre Chloe y Gary está resuelto.
Robert Kirkman ya era un guionista sobradamente conocido gracias a Los muertos vivientes o Invencible. Tiene la habilidad de plasmar en sus relatos giros y situaciones que podrían ser problemáticas para sus dibujantes, pero también la virtud de escoger a ilustradores que sepan precisamente sacar todo el partido a esas aparentemente descabelladas ideas. Jason Howard cierra la serie siendo igual de esencial al éxito narrativo de El asombroso Hombre Lobo como lo era en su arranque. Con su toque cartoon es capaz de hacer que las escenas más violentas no sean desagradables, sino narrativamente funcionales y atractivas. Si la serie es ya de por sí violenta en su esencia, un repaso a estos últimos números desde su guión pondría los pelos de punta a cualquiera por la cantidad de bajas, muertes y mutilaciones que recogen. Y, sin embargo, Howard lo convierte en un relato de fantasía apta para prácticamente todo tipo de públicos. Sus escenas de lucha son dinámicas y fáciles de seguir. Sus personajes, aún con un trazo en apariencia sencillo, son perfectamente expresivos. Howard cierra con estos números un sensacional trabajo, acorde con el espíritu de fantasía aventurera que preside la serie desde el inicio.
El volumen contiene los números 19 a 25 de The Astounding Wolf-Man, publicados originalmente por Image Comics entre octubre de 2009 y noviembre de 2010. La edición española incluye las portadas de los números americanos originales, ilustradas, como las páginas interiores, por Jason Howard.