CÓMIC PARA TODOS

‘Sandman 4. Estación de nieblas’, de Neil Gaiman

sandman_num4_2Editorial: ECC.

Guión: Neil Gaiman.

Dibujo: Mike Dringenberg, Kelley Jones y Matt Wagner.

Páginas: 224.

Precio: 17,95 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Diciembre 2013.

Una de las enormes virtudes del Sandman de Neil Gaiman es que hace posible lo impensable. ¿Qué puede haber más imposible que un enfrentamiento entre Morfeo y Lucifer? ¿Y qué puede haber más impensable que un Infierno con las puertas cerradas? Pues eso es lo que plantea Gaiman en Estación de nieblas, una historia portentosa, atrevida y hermosa a partes iguales, compleja porque la inserta el autor británico en el desarrollo de varias tramas ya abiertas previamente, como la ausencia de uno de los Eternos o la recuperación de Nada, amada del Rey del Sueño a la que se pudo ver en un número anterior, aparentemente autoconclusivo pero que ahora se muestra como lo que era: una pieza más del magnífico mosaico que va tejiendo la serie. Y todo adquiere una firmeza aplastante como historia, bordando todos los elementos con mimo. Funcionan las conversaciones, los escenarios, las sinergias entre los diferentes personajes, todo el andamiaje fantástico en el que se mueve el relato, pero también la base más humana de todo lo que cuenta Gaiman. Sucede con todo Sandman, pero Estación de nieblas es una de esas historias que merece la pena leer para descubrir la magia, el poder y la maestría que se puede conseguir en un cómic.

Hay que insistir en que Sandman convence desde su primer número. Desde la primera página se intuye algo especial que no deja de confirmarse con cada página. Con el paso de cada volumen, de cada saga, de cada historia, se va haciendo todavía más grande. Si hay algo que demuestra Estación de nieblas es que Gaiman es capaz de encontrar voces adecuadas para todo tipo de personajes. Es impresionante ver la reunión de los Eternos o el cónclave de personajes de mitologías tan diversas en el reino del Sueño para solicitar a Morfeo las llaves del Infierno. Resultaría complicado que estudiosos y eruditos en cada una de ellas no encontraran verdad en las palabras y los actos que escoge Gaiman para ellos, lo que demuestra que estamos ante un escritor impresionante que también sabe utilizar la documentación al servicio de su historia y no como un simple artificio. Incluso manejando a su antojo los tiempos y los escenarios, limitando el regreso de los muertos tras el cierre del Infierno a un capítulo central, un interludio como los que ya había utilizado en La casa de muñecas (aquí, su reseña) pero que funciona a la perfección, para dejar el núcleo de la historia donde corresponde, cerca de Morfeo, su mente, sus cavilaciones y sus decisiones.

Una vez más, en la variedad ilustrativa encuentra Sandman una riqueza impresionante. Quien lleva el peso principal de este volumen es Kelley Jones, con su muy personal estilo, uno que encaja a la perfección en la serie porque le extrae lo más perverso del imaginativo mundo que plantea Gaiman, con sus figuras irreales, sus ropajes siniestros, sus escenarios retorcidos y sus interesantes sombreados. Sin duda, un planteamiento como el de Sandman encaja mucho más en las posibilidades de Jones que una historia de corte realista, aunque el dibujante sea muy conocido por su etapa en las series de Batman. La aparición del también muy reconocible Matt Wagner en el interludio de la historia es un detalle sumamente agradecido en la narración, y que Mike Dringenberg se ocupe del prólogo (fantásticas las ilustraciones en las páginas en las que Gaiman opta por la prosa para definir a cada uno de los Eternos) y del epílogo le da un sentido de círculo cerrado a la narrativa de este tramo de la epopeya de Morfeo que resulta impagable. De esta forma, parece imposible encontrarle una sola pega a Estación de nieblas, una soberbia saga, una historia cargada de magia, misterio y dramatismo que hace de nuevo a Gaiman merecedor de la etiqueta de genio.

El libro incluye los números 21 a 28 de Sandman, publicados originalmente por DC Comics a través de su sello Vertigo entre diciembre de 1990 y julio de 1991. Como contenido extra, el volumen presenta una introducción a cargo de Harlan Ellison, un epílogo de Neil Gaiman, las portadas originales de Dave McKean y un portafolio de ilustraciones de Terry Moore y Teri S. Wood, Brian Bolland, Shane Oakley, Paul Lee yCraig Hamilton.

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Esta entrada fue publicada el 29 abril, 2014 por en Cómic, ECC, Kelley Jones, Matt Wagner, Mike Dringenberg, Neil Gaiman, Sandman, Vertigo.

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