Guión: John Wagner.
Dibujo: Vince Locke.
Páginas: 296.
Precio: 25 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Julio 2011.
El hecho de que el cine sea un medio con mucha más difusión que el cómic hace que la valoración de Una historia de violencia, la novela gráfica, esté distorsionada desde muchos ámbitos. Casi todo el mundo vio primero la película que se hizo sobre ella, del mismo título y dirigida por David Cronenberg. Ni el mismo Cronenberg estaba al tanto de que el guión tenía su procedencia en las viñetas, y ese guión, además, exploraba la misma idea pero cogía caminos diferentes especialmente en su segunda mitad. La película era muy buena, pero la novela gráfica de John Wagner y Vince Locke también lo es. Con más mérito incluso en el caso de este libro, no ya sólo por llegar primero sino porque, hay que insistir en ello, no cuenta con la maquinaria de publicidad que sí tiene el cine. Una historia de violencia es una historia noir, turbia como exige el género, pero saliendo de sus fronteras para convertirse en un análisis psicológico complejo, sobre la personalidad que el individuo muestra a los demás. Es, como todas las grandes historias, la de un hombre ordinario en una situación extraordinaria, la de un padre de familia que ha de enfrentarse a unos mafiosos que creen que es la persona que les humilló años atrás aunque él lo niega.
Wagner crea una espléndida estructura en tres partes, que cobra un sentido narrativo esencial para entender la evolución de Tom McKenna, un hombre que regenta un pequeño restaurante en un pueblo norteamericano y que se convierte en una especie de héroe nacional por impedir que dos atracadores se lleven el dinero de la caja y lastimen a alguien. A partir de ahí, la vida de Tom ya no vuelve a ser la misma. El pasado le persigue de una forma cruel y su presente se tambalea. Es una historia de violencia, como dice su título, porque la violencia es el desencadenante de todo lo que acontece en las casi 300 páginas de la novela gráfica. Pero también es una historia sobre las máscaras con las que escondemos aquello que no queremos mostrar y sobre la capacidad que tenemos de conocer a los demás, incluso a personas con las que compartimos nuestras vidas. En ese sentido, es demoledora la frase con la que finaliza la primera parte, que abre al mismo tiempo esa puerta al pasado, el que se narra en la segunda parte para explicar las verdaderas razones de los acontecimientos del presente. La tercera parte es una conclusión explosiva y sangrienta, culminación del largo proceso psicológico que ha ido mostrando con el personaje protagonista a lo largo de la novela gráfica.
Reducir los méritos de la ilustración de un cómic al preciosismo de su acabado es un error, pero mucho más cuando la elección de un autor y un estilo tienen tanto que decir en el aspecto de una novela gráfica. Con una enorme brillantez, Vince Locke muestra un dibujo sucio, desmadejado, que no es sólo una forma de ilustrar sino una muy concreta de hacer que Una historia de violencia transmita lo mismo en su guión que en su dibujo. Esa forma de mostrar las sombras, las imperfecciones o los movimientos es un reflejo de la oscuridad psicológica y moral que hay en la trama. Es un espectacular juego de grises que va transformándose según lo requieren las escenas. De esa forma, Wagner y Locke dan sentido a la sordidez que impregna Una historia de violencia, un relato que de ninguna manera deja indiferente. Como historia, como una obra narrativa, es compleja, profunda y sobresaliente. Pero es, además, una de esas historias que remueve algo en nuestro interior, que consigue que el lector se plantee qué habría hecho él en cada una de las situaciones límite que vive Tom. Y esa sensación no es tan frecuente en la ficción popular como para no alabarla. Con algún punto débil, como la desaparición de la trama de sus hijos, pero es una más que apreciable obra noir.
DC Comics, a través de Vertigo, su sello para adultos, publicó originalmente A History of Violence en 1997. El volumen incluye una introducción escrita por Diego Matos Agudo.