‘7 vidas’, de Jonás Aguilar y Ángela Cuellar

Editorial: Dibbuks.

Guión: Jonás Aguilar y Ángela Cuellar.

Dibujo: Jonás Aguilar y Ángela Cuellar.

Páginas: 64.

Precio: 14 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Marzo 2014.

Hay tebeos que ganan al lector por corazón. 7 vidas es uno de ellos. No es fácil describir lo que Jonás Aguilar y Ángela Cuellar son capaces de conseguir con una historia de medio centenar de páginas prácticamente sin palabras y que se convierten en un emotivo cóctel de emociones, con un valor educativo y moral incalculable y realizado con un cariño casi infinito. Y es que 7 vidas seguramente no ocupará un puesto de honor en las enciclopedias futuras del cómic, no será el libro que coja un profesor universitario para explicar el potencial de las viñetas como herramienta educativa o por su incuestionable valor literario. Pero mientras se recorren sus páginas, Aguilar y Cuellar tienen la impagable cualidad de conmover al lector, de emocionarle, de divertirle, de tocar una fibra sensible y personal. A veces quienes hablamos sobre cómic utilizamos etiquetas con demasiada facilidad, y si 7 vidas se merece una de las más manidas es la de «pequeña gran obra». Porque sí, es pequeña, en sus pretensiones, en su cotidianidad y en los sentimientos que toca. Pero es grande, indudablemente lo es, porque emociona con su historia y reivindica lo educativo del cómic con su forma.

Del mismo modo que no hay palabras, tampoco hay nombres en 7 vidas. Lo que hay es un gato que hace honor a esa leyenda de que los felinos tienen siete vidas y pasa por todas ellas en las páginas de este álbum. En lo que han imaginado Aguilar y Cuellar, cada vida tiene un título. Y cada título, un color. El gato va pasando por todas ellas, por las de abundancia y por las de necesidad, por las de cariño y por las de maltrato, convirtiéndose, casi sin querer, en un espléndido reflejo de la sociedad en la que vivimos, con sus muchas imperfecciones y sus pocas conexiones perfectas. Todo ello, además, con un mensaje que nunca pierde el apoyo en la realidad pero que quiere ser optimista, que comienza con lo más bonito y termina rememorando esa situación casi de ensueño, muy cerca de proclamar a quien quiera captar el mensaje la necesidad de disfrutar aquí y ahora de todo lo bueno que tenemos en nuestras vidas, porque no durará para siempre. Dicen los autores en la biografía que se incluye al final del libro que «su interés por la educación es una de las causas por las que hoy tienes este libros en tus manos». Eso es, efectivamente, uno de sus grandes triunfos, porque se nota el afán educativo en cada página.

Pero no sólo eso. La historia, por modesta o incluso infantil que pueda parecer en una primera mirada, es una delicia, hermosa y cargada de simpatía. La narración, con la complejidad añadida de realizarla sin palabras, es modélica. Y el dibujo es la guinda que corona el pastel. La sencillez en el trazo y en los diseños sirven a Aguilar y Cuellar como herramientas para que sus figuras sean tremendamente expresivas, casi de dibujos animados, en las que se intuye no sólo el movimiento sino también y sobre todo el alma. El color es, efectivamente, otro elemento más de la narración, un estímulo primario que sienta las bases anímicas de cada una de las peripecias por las que pasa el felino protagonista y los coprotagonistas que van desfilando por sus páginas. Porque, aunque todo sea un pequeño cuento, por el tebeo desfilan temas como la violencia de género, la irresponsabilidad hacia los animales o la esclavitud de la tecnología que sufren las jóvenes generaciones actuales. Así, en unas pocas viñetas y sin palabras. 7 vidas se publica tras vender en el Certamen de Cómic 2013 del Programa Desencaja del Instituto Andaluz de la Juventud. No es un Eisner, no, pero es un reconocimiento que sabe a gloria en a la pequeña escala a la que se mueve este tebeo y que nos sirve para recordar que hay mucho más cómic en rincones en los que demasiadas veces no estamos dispuestos a buscar.