Guión: Bob Harras.
Dibujo: Marcos Martín y Javier Pulido.
Páginas: 128 / 152.
Precio: 12,50 / 14,50 euros.
Presentación: Rústica.
Publicación: Diciembre 2013 / Enero 2014.
A veces los tan denostados reboots acaban teniendo algo positivo, incluso cuando no salen como uno espera. Breach acabó siendo lo que es, un título sobresaliente, porque se abandonó el concepto de inicial de relanzar al Capitán Atom, con lo que el personaje protagonista de la historia de Bob Harras acabó convertido en un nuevo y torturado héroe. La serie en la que se le presentó, inédita hasta ahora en España a pesar de ver la luz en Estados Unidos en 2005, no llegó al año de vida por sus bajas ventas, a pesar de la inevitable aparición en el relato de la Liga de la Justicia y la repetición de Superman, estrategias evidentes para familiarizar a los lectores con la cabecera. Y sin embargo, una vez concluida la lectura de la serie, procede lamentar que llegara tan pronto a su final. Debajo del clásico enfrentamiento entre buenos y malos, hay un fascinante personaje, creado con mimo, aprovechando lo tópico e innovando en algunos aspectos. Es un héroe trágico, poderoso hasta rivalizar con el propio Hombre de Acero, y por eso no sólo no se ve a sí mismo como un héroe, sino que asume que es una amenaza. Su historia hipnotiza y absorbe con facilidad, y a esa labor contribuye con sobresaliente eficacia el sobrio dibujo de Marcos Martín.
En un primer vistazo, nada separa Breach de la tradicional historia de origen de un superhéroe cualquiera. Una tragedia, un accidente, una amenaza que combatir y un enorme sentido de la responsabilidad para hacerlo. Tim Zanetti, mayor del ejército de Estados Unidos, supervisa un experimento que sale mal y del que sobrevive con unos extraordinarios pero peligrosos superpoderes, que le vinculan a una raza de invasores. Bajo esa superficie de tópicos, que lo son, Bob Harras construye algo mucho más contundente, con más poso. Su acierto está en medir con mucha precisión cuándo procede explotar la fantasía, más bien un entorno de ciencia ficción cercano al de series como Expediente X, y cuándo toca hacer crecer a su personaje con su historia personal y familiar. Esos cuidados detalles se ven ya desde el primer número de la serie y acompañan al héroe hasta el final, una conclusión bien trazada aunque sea imposible eliminar la sensación de que es apresurada por cuestiones editoriales. Pero Harras maneja bien esa obligación, como también la de introducir elementos del universo DC que ayuden a popularizar el título, aunque no se consiguiera. Junto con la ya mencionada presencia de Superman, la de Talia Al Ghul es lo más agradecido.
Si Harras convence porque encuentra un buen punto de equilibro que permita ver Breach como algo nuevo pero también como algo deudor de la mejor tradición del cómic de superhéores y del de ciencia ficción, las ilustraciones de Marcos Martín se mueven en la misma línea. Los personajes humanos y los entornos conocidos le sirven para dar un toque realista a su trabajo, cercano, cálido. Pero los entornos imposibles, los personajes fantásticos y los extraños poderes desatan su imaginación a niveles extraordinarios. La mezcla, sencillamente perfecta en casi todos los aspectos, desde el diseño de las criaturas hasta la composición de la página, pasando por una sensacional coreografía en las escenas de batalla. Pero lo mejor del trabajo de Martín está en su capacidad para crear un mundo completamente nuevo y visualmente muy atractivo, a lo que contribuye la magnífica labor de coloreado a cargo de Javier Rodríguez Studio. Javier Pulido se ocupa de dos números, el noveno y el décimo, y aunque se notan algunas diferencias mantiene una agradecida continuidad con los lápices de Martín, que regresa para la conclusión de la serie, un notable cierre para un título más que reivindicable.
ECC edita la serie completa de Breach en dos volúmenes que incluye sus once números, publicada originalmente por DC Comics entre marzo de 2005 y enero de 2006. Como contenido extra, aparecen las portadas originales de todos los números, dibujadas por Marcos Martín, y artículos escritos por Alberto Morán Roa para contextualizar la obra y que recogen declaraciones tanto de Bob Harras como del propio Martín.