Guión: Olivier Jouvray.
Dibujo: Jérôme Jouvray.
Páginas: 104.
Precio: 16 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Octubre 2012.
Las aventuras de Lincoln, el malencarado y malhablado vaquero creado por la familia Jouvray, continúan en el segundo libro con sus historias, que mantienen las contantes vitales de las primeras con un claro deseo de evolucionar y no quedarse estancado en el estereotipo que explotaba en sus orígenes. Y en ese tránsito, Lincoln, ese cowboy al que Dios hizo inmortal para ver qué hacía con ese don, encuentra acomodo en el civilizado este de los Estados Unidos. En aquella primera aventura conocíamos a Lincoln, un vaquero de poca fortuna y menos valor humano al que Dios decide conceder la inmortalidad como experimento, para ver qué haría un tipo despreciable como éste ante semejante oportunidad. Ahora, y después de haber probado lo que se siente al hacer el bien, aunque sea con trampa, liderar una banda y hacer pactos con el diablo, Olivier, Jérôme y Anne-Claire Jouvray optan por explorar nuevos terrenos. Se acabó el cowboy del viejo oeste, se queda atrás el espíritu de western sarcástico y toca conocer al pistolero del civilizado este.
Playground arranca con uno de los mejores gags de la serie. Tras ese comienzo los Jouvray llevan a Lincoln a Nueva York antes de que se convirtiera en la ciudad de los rascacielos pero siendo ya toda una metrópolis, lo que supone un cambio radical de escenario para el protagonista. Por supuesto, llegará allí de la mano del Diablo, que le presentará a una banda de atracadores de bancos. En este libro el gag es, si cabe, más físico que en las dos primeras entregas, aunque se mantiene todo el cinismo que hace funcionar al personaje. Si Lincoln iniciaba su aventura con los poderes superiores tomándole el pelo a Dios, en Playground evidencia que puede hacer lo mismo con el Diablo, y sin despeinarse. Lincoln no solo no se resiente por salir de su entorno más familiar, sino que esta es una aventura divertida. Algunos de los momentos más cómicos llegan de la mano de un joven compañero que Lincoln se encuentra en la cárcel y que le acompaña ya hasta el final de la historia. Un final, por cierto, que ofrece otro gag redondo.
El cuarto volumen de la serie, Castigo corporal, confirma que los Jouvray no tienen miedo a llevar a su personaje a niveles inesperados y alejados de su primera historia. En esta, Lincoln es un agente de la ley, acomodado, gordo y corrupto, acostumbrado por completo a que su inmortalidad le dará todo el tiempo del mundo para salir de cualquier problema en el que se vea metido. Si en la anterior aventura era el Diablo el instigador, aquí se cambian las tornas y es Dios quien juega el papel de motor de la historia. Con esta cuarta aventura, Lincoln sigue explorando territorios nuevos. Esta vez saborea el poder que seguramente buscaba desde que consiguió la inmortalidad, solo para perderlo y pasar por la cárcel. Los autores muestran a un Lincoln bajo los efectos del alcohol en un gran final, divertido y lleno de posibilidades, tan crítico con la religión como lo era el comienzo de esta historia con la policía y la corrupción que trae aparejada el poder.
Lincoln es un cómic tan divertido de leer como, seguramente, de escribir. Olivier Jouvray no se pone límites y le gusta sorprender, tanto con el gag cómico de cada secuencia como con el escenario en el que se desarrolla la historia, en el diálogo y en el enfoque que deja al ilustrador para su desarrollo. El dibujo de Jérôme Jouvray evoluciona para bien, sobre todo a la hora de exagerar la vertiente humorística del guión y suavizar visualmente los elementos violentos que forman parte de la historia. Y también mejora el coloreado de Anne-Claire Jouvray, más vivo y funcional que en los primeros números. Este segundo tomo comprende el tercer y cuarto número de la serie que editó la francesa Paquet. Playground salió a la venta en septiembre de 2004 y Châtiment corporel en febrero de 2006. Como el primer volumen, este segundo incluye un pequeño portafolio con dibujos realizados por una variopinta colección de ilustradores con sus visiones de Lincoln. Los cinco que se suman a este proyecto son Christian Cailleaux, Jean-Louis Marco, Bruno Duhamel, Manu Larcenet y Marion Mousse.