CÓMIC PARA TODOS

‘El mono de Hartlepool’, de Wilfrid Lupano y Jérémie Moreau

wilfrid-lupano-jeremie-moreau-el-mono-de-hartlepool1Editorial: Dibbuks.

Guión: Wilfrid Lupano.

Dibujo: Jérémie Moreau.

Páginas: 96.

Precio: 18 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Mayo 2013.

Wilfrid Lupano y Jérémie Moreau consiguen que El mono de Hartlepool, una historia ambientada en la costa inglesa a comienzos del siglo XIX, parezca tan actual como si aconteciera hoy mismo. Mezclando fábula, leyenda e historia, los autores crean una novela gráfica sorprendente y dura, un auténtico alegato contra el nacionalismo exacerbado y las consecuencias de la ignorancia. Y demostrando que, incluso ambientando su historia en una momento de guerra, no es necesario tomar partido para denunciar la estupidez. Delcourt editó la obra originalmente en Francia, con el título de Le Singe de Hartlepool, en septiembre de 2012. Wilfrid Lupano y Jérémie Moreau trasladan al cómic una conocida leyenda que aconteció en 1814 en el pequeño pueblo inglés que aparece en el título de la novela gráfica, cuando los ciudadanos del mismo encuentran a un superviviente del naufragio de un navío de Napoleón, un mono al que confunden con un soldado francés sin dudar en ningún momento de sus descabelladas conclusiones. Tanto da cuánto haya de leyenda y cuánto de realidad en esta historia, lo importante y lo triste es que resulta creíble. Y extrapolable en nuestros días a muchas situaciones que se juzgan en base a estereotipos camuflados de racismo y sentimientos nacionales que ocultan una pretendida superioridad moral.

Lupano captura esas ideas con precisión e inteligencia en un guión tan sobresaliente como amargo, y Moreau captura en sus viñetas toda la cruel irracionalidad que desprende la historia. Es notablemente significativa la identidad de dos de los personajes que aparece revelada al final de la historia porque es la sentencia definitiva en el guión de Lupano. La razón por encima de la barbarie, la inteligencia por encima de la ignorancia. Y es precisamente la insensata, racista y nacionalista sinrazón lo que muestra el guionista a lo largo de la novela gráfica. El fanatismo llega a unos niveles casi burlescos pero que, sin embargo, son creíbles. La pantomima que montan los habitantes de Hartleplool en la escena del juicio es tan grotesca como verosímil. Lupano, además, muestra lo más peligroso de esa ignorancia, su enseñanza a los niños. Ellos, como sus padres y vecinos adultos, aprenden por imitación y si el pueblo decide que el mono es un francés, no sólo no lo dudan sino que se suman al juego cruel. Es una alegoría definitiva, del mismo modo que el mono que viste el uniforme de soldado francés sin entender qué sucede a su alrededor. Y es precisamente a través de una niña, Melody, como Lupano consigue demostrar que no está demonizando a los ignorantes más que por su forma de proceder, no por su formación o por su herencia. Ella es la inocente inteligencia del pueblo, la única que se plantea otras posibilidades dentro de la locura que inunda el pueblo.

También hay un niño francés, Philip, que entiende la irracionalidad del nacionalismo que impera entre sus mayores, en especial el deplorable capitán del navío en el que viaja, que no duda en sentenciar al muchacho por cantar en inglés o jactarse de haber sido comerciante de esclavos. La idea es obvia, tanto entre los ingleses como entre los franceses hay individuos ignorantes, tanto entre los niños como entre los adultos, como evidencian con su racionalidad el teniente del barco, asombrado ante las chanzas ofensivas de su capitán o el padre del joven Charly, médico que llega al pueblo inglés. El desarrollo de la novela gráfica, ambientada en plenas guerras napoleónicas, va acrecentando la irracionalidad y la sinrazón que preside el escenario. Cada página que se pasa, aumenta el nivel de burla, de cruel ironía. Y es entonces cuando Lupano, de forma casi magistral, recuerda que la realidad de semejante fanatismo es siempre peligrosa. Que nadie está a salvo de razones presididas por la ira o la ignorancia. La conversación final de cuatro ciudadanos de Hartlepool es tan triste como demoledora y real.

Para Jérémie Moreau, más joven que Lupano (nació en 1987, mientras que el guionista lo hizo en 1971) es su segundo trabajo en el mundo del cómic, después de que con Le Suicidaire Altruiste, ganara el premio para jóvenes talentos en el Festival de Angulema de 2012. Su dibujo en El mono de Hartlepool, entre lo pictórico y lo caricaturesco, convence desde la primera página, aunque en algún momento da la impresión de que hay detalles no demasiado claros. Sin embargo, como narrador es formidable y destaca en las escenas sin sonido que plantea el guión de Lupano, como el naufragio del barco francés, el descubrimiento de sus restos en la playa de Hartlepool, el intento de huída del mono, su encarcelamiento, el maravilloso flashback con el que se cuenta el origen del animal, o cuando Philip ve la resolución del juicio. Muy detallista también la ambientación que hace Moreau con el uso del color. El mono de Hartlepool es una novela gráfica llena de brillantez, con diálogos inteligentes y escenas más que conseguidas, y con una denuncia clara y firme. Lupano y Moreau dan forma a una lectura formidable y necesaria para entender las consecuencias del fanatismo, de cualquier clase pero en este caso de corte racista y nacionalista. En Hartlepool todo vale contra el francés, hasta que alguien les intenta abrir los ojos y hacerles ver que es un mono. Pero ni aún así convence a los fantáticos. Una pequeña delicia.

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Esta entrada fue publicada el 14 noviembre, 2013 por en Cómic, Dibbuks, Jérémie Moreau, Wilfrid Lupano.

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