‘De padres e hijos’, de Jeffrey Brown

Editorial: La Cúpula.

Guión: Jeffrey Brown.

Dibujo: Jeffrey Brown.

Páginas: 148.

Precio: 20 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Octubre 2013.

Jeffrey Brown es un autor fácil de reconocer porque sus cómics y novelas gráficas siempre han tenido unas constantes bastante parecidas, tanto en su fácilmente identificable trazo como dibujante como en los temas que le gusta explorar, autobiográficos en muchos casos y relativos también en la mayoría de las ocasiones a la familia y las relaciones personales. De padres a hijos ahonda en esas inquietudes. De nuevo lo hace desde una perspectiva en la que él es el protagonista, tanto de niño como de adulto, para reflexionar sobre la educación, la religión y la paternidad, temas que de alguna manera van ligados pero que en este relato, muy emotivo por momentos, enlazan de una forma no siempre bien conseguida. Brown no se esconde ni engaña a nadie, la obra es él y él es la obra, por lo que la conexión entre el libro y el lector dependerá en primer lugar de la simpatía que el segundo tenga hacia Brown, como autor y como personaje. Lo primero se sabe de antemano si se conocen otras obras suyas (incluso las que trasladan estas mismas obsesiones a universos de sobra conocidos como Darth Vader e hijo). Lo segundo es lo que hay que descubrir en las páginas de esta novela gráfica.

Uno de los méritos de Brown es su facilidad para convertir lo cotidiano en algo divertido, tierno y a veces interesante. Esa cualidad se deja ver en muchísimos momentos de De padres e hijos, desde el miedo que el Jeffrey adulto manifiesta hacia los insectos y que se reproduce en su hijo hasta la ternura del pequeño Oscar diciéndole a sus padres que quiere estar con ellos para siempre. Esa sensación, que puede emanar de la identificación o de la más simple empatía, se reproduce en muchísimas de las secuencias que incluye en la novela gráfica, en la que abarca tantas anécdotas y tan diversas que quizá falta algo más de ensamblaje entre todas ellas para que el conjunto fuera claramente notable. Brown anuncia sus intenciones ya desde el principio, cuando habla de Dios desde la perspectiva tanto del niño que fue como del padre que es ahora. Ese pretende ser el eje de la narración, y a veces hay fusiones fantásticas entre escenas (como cuando Jeffrey reflexiona sobre que la muerte le hará dejar de tener pensamientos y después confiesa que ha dejado de ser cristiano) pero no siempre se ve con la misma claridad.

Incluso en las escenas más inconexas se ve igualmente el oficio de Brown como narrador, pero muchas veces lleva al lector a interpretarlas como tiras separadas y no como parte de una historia mayor. Y es que ese es el punto débil de la novela gráfica, su falta de cohesión narrativa más allá de compartir una temática más o menos clara. Y eso, a su vez, es lo que hace que se puedan extraer mejores conclusiones de algunas anécdotas individuales que del conjunto que supone De padres e hijos. En ese sentido, le falta originalidad a la propuesta (la autobiografía siempre supone un riesgo en ese sentido), aunque ese defecto queda compensado por la simpatía que despiertan los personajes. Ahí entra en juego el trazo amable de Brown como dibujante y la sencillez con la que su anecdotario entra por los ojos. Con esa baza se consigue mucha empatía, más que con el guión, al que da la impresión de que le falta alguna vuelta más para ensamblar acertadamente todas las anécdotas que expone y darles un orden más adecuado que hubiera dado a la novela gráfica una cohesión de la que termina adoleciendo.

Top Shelf publicó A Matter of Life, título original de De padres e hijos, en junio de este 2013. El libro no incluye ningún contenido adicional más que el escueto agradecimiento del autor «a papá y Oscar», padre e hijo que dan sentido sobre todo al título español de esta obra autobiográfica.