Guión: Nicolás Pona.
Dibujo: Sergio Bleda.
Páginas: 124.
Precio: 25 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Agosto 2011.
Nicolás Pona y Sergio Bleda ofrecen en Dolls Killer una historia de serie negra, con asesinos en serie, ambientada en una Nueva York de contrastes. La obra, editada originalmente en el mercado francés, está en realidad inacabada. Los autores planearon tres tomos con la detective Juliette Desanges como protagonista, pero sólo pudieron publicar dos. La edición española de Dolmen, no obstante, viene a subsanar esta pérdida de una manera ingeniosa y que los aficionados agradecerán. El hecho de que le falta el tercer y último álbum previsto por Pona y Bleda, no obstante, sirve para evidenciar uno de los problemas, quizá el único, que tiene la lectura de la notable Dolls Killer: se trata de una historia que, una vez leída, deja la frustrante sensación de estar inacabada o, en el mejor de los casos, apresuradamente concluida. Pona explica antes de ese apéndice de la edición española (por el que no han cobrado, así de precario es el mercado del cómic en España) que recibieron la noticia de que no habría un tercer volumen durante la producción del segundo.
Sin saber cómo afectó eso al segundo volumen y sin restar nada del mérito que tienen las dos historias que sí hemos visto completas, lo cierto es que el tercero tenía todas las bazas para ser el mejor de los tres, un magnífico clímax que, además, cerraba con inteligencia la historia abierta desde el más que intrigante y atrayente prólogo. Desde esas primeras viñetas, ya se intuye una escabrosa historia de género negro y sus más de cien páginas no decepcionan en absoluto. Pona y Bleda crean una protagonista atractiva a muchos niveles. Juliette Desanges es una detective a la que se conoce como la vedette de los medios, con un largo historial de criminales muertos durante sus investigaciones y con un complejo trauma infantil que no ha conseguido superar y que se manifiesta a través de una vieja pistola de su padre, también policía. Su aspecto, aunque Bleda ha dicho que no fue una influencia consciente, es similar a la Nikita de la película francesa que dirigió Luc Besson en 1990.
Se trata de una historia violenta que se mueve en los límites de lo escabroso, pero Pona y Bleda rebajan el tono oscuro con gotas de un humor muy negro, a veces absurdo e incluso surrealista, que quizá precisamente por eso encaja a la perfección, con la historia y con el trazo del dibujante encargado de llevar el guión a viñetas. Bleda es a ratos caricaturesco pero siempre muy dinámico, como en él es costumbre desde que se dio a conocer con El baile del vampiro. Juega con maestría con luces, sombras y diferentes tonos de color en sus páginas. Quizá por eso la Nueva York que describen los autores es esa ciudad de contrastes, sobre todo en su parte gráfica. El rojo sangre se mezcla con grises, ocres y negros que elevan la tensión del relato, pero también con el blanco de la nieve (en el segundo volumen) y de las camisetas de la atractiva protagonista, un rasgo que de alguna manera convierte en inevitable que haya escenas eróticas, aunque guarden más de una sorpresa para el lector.
El volumen de Dolmen incluye los dos que editó Soleil en Francia, en 2008 y en 2009. Pona y Bleda tenían en mente una trilogía que no pudieron acabar por la cancelación de la serie. Pero Dolmen incluye en su edición un detallado desarrollo de Pona de cómo habría sido ese tercer álbum, que habría llevado por título La vie en rose, con algunas ilustraciones originales de Bleda. Un lujo para los seguidores de ambos. Además de ofrecer el desarrollo de lo que habría sido el tercer volumen de Dolls Killer, la edición de Dolmen incluye una docena de páginas extras en las que Bleda recopila bocetos, portadas rechazadas, cómo elabora diversas páginas y otros dibujos inéditos que sirven para completar un magnífico volumen y redondear la experiencia de una más que entretenida lectura.